La Asamblea de la ANDI y la inclusión
Leyendo un libro sobre la guerra de Vietnam lo entendió mejor. Los americanos apoyaban los bombardeos, en la esperanza de que al perder los vietnamitas los vehículos, los centros comerciales, los supermercados y no poder hacer las compras, reaccionarían en contra del Viet Cong, responsable de la guerra. Desafortunadamente se dieron cuenta muy tarde que los Vietnamitas ni tenían carros ni había supermercados ni tenían plata para comprar nada, así que su reacción fue contra los norteamericanos.
De todo lo anterior se acordó en una visita a la Sierra de la Macarena, donde observó como los cultivadores de coca y los raspachines desafiaban al Estado. No tenían nada que perder. Su conclusión fue: había que vincularlos a la economía, para que defendieran con nosotros los valores de nuestra sociedad.
Fue así como Carlos Enrique Cavelier, cuyo cargo es “Coordinador de Sueños” (Presidente) de la Alquería, desplegó toda su “artillería” para montar una red de acopio de leche en La Macarena, dar capacitación a los campesinos e impactar positivamente toda el área. Hoy recoge en la región 100.000 litros de leche diarios, beneficiando a más de 1.500 familias.
Conscientes de que el gobierno, con excepción de unos pocos ministros, no es taquillero y en lugar de jalar, ahuyenta la audiencia, las directivas de la ANDI transformaron su asamblea anual en un foro de discusión empresarial del más alto nivel, con una excelente nómina de invitados nacionales e internacionales.
Entre las muchas cifras presentadas por el ministro de Hacienda, nos mostró como entre el 2011 y el 2014 al gobierno le ingresaron más de US$30.000 millones por la bonanza petrolera, adicionales a sus ingresos fiscales normales. En el 2010 José Darío Uribe, del Banrepública, pregonaba a los cuatro vientos: “vendrán unos ingresos excepcionales y no sabemos cuanto tiempo nos durarán: tenemos que convertir cada barril de petróleo en una escuela, una carretera, un hospital. Sería doloroso que simplemente se fueran a un mayor gasto”. Desafortunadamente no hubo espacio para preguntarle al ministro, ¿Dónde está toda esa plata?
Peter H. Diamandis, autor de “Abundance”, nos dio una inyección de optimismo que animó a toda la audiencia. Con el argumento de que la tecnología es una fuerza liberadora, nos mostró muchos indicadores que transmiten esperanza: La población que vive con menos de US$1,25 pasó de 1.800 millones en 1990 a 900 a la fecha, la expectativa de vida ha aumentado 20 años de 1950 al 2010, de 1850 a la fecha las horas laboradas diariamente por la clase trabajadora se redujeron a menos de la mitad, el sol muy pronto se convertirá en alternativa de energía más económica que las no renovables, contribuyendo a evitar el calentamiento global.
Diamandis es cofundador y presidente ejecutivo de Singularity University, cuya misión es educar e inspirar a líderes mundiales, empeñados en desarrollar nuevas tecnologías para la solución de los grandes problemas que hoy enfrenta la humanidad.
Paul MacMillan, responsable de temas de gobierno y estrategia de la oficina de Deloitte en Canadá, coautor del libro “Solution Revolution”, nos mostró como el sector privado, los gobiernos y las Ong están uniéndose para resolver los graves problemas de desigualdad, desarrollo sostenible, de valores, etc., que la humanidad enfrenta.
Fueron dos días de intensos debates, con énfasis en las oportunidades existentes en la “Base de la Pirámide”. Cada vez hay más empresarios colombianos desarrollando nuevos productos y servicios para los mas desposeídos. Mayor inclusión nos dará la estabilidad, bienestar y riqueza que tanto necesitamos.