La Ascensión
Poeta es el albañil que hace andamios para subir al cielo. Cielo y subir le son familiares. Vive en su compañía. Por eso es poeta.
“La vida tal como es. / La poesía tal como la vida. / Que un albañil tome un poema / y diga simplemente / se parece al andamio / que tengo junto al cielo” (Carlos Castro Saavedra).
Jesús es el albañil de los albañiles. Se mantiene construyendo andamios para subir al cielo. Me encantan los albañiles y los andamios porque me enseñan el arte de subir. Y si es al cielo, me resulta seductor.
Albañil maravilloso, Jesús subió a la montaña para enseñar a la gente el arte de construir andamios para subir al cielo, con materiales tan extraños como cotidianos, sobre todo si entendemos por extraño, lo que por poco conocido o excelente, es de gran valor.
Jesús usa esta clase de materiales: ser pobre, saber llorar, tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso, limpio de corazón, anhelar la paz. Materiales que demuestran una mirada penetrante y una habilidad pasmosa, algo del todo embriagador.
Especialista en andamios, Jesús sube y baja con pasmosa habilidad. Baja de Dios a ser hombre, sube de hombre a ser Dios. A este subir lo llamamos Ascensión, que llena de felicidad inenarrable a quien participa de ella, manifestada en toda forma de subir. Subir del cuerpo al alma, de la tierra al cielo, del tiempo a la eternidad, del hombre a Dios.
El vidente del Apocalipsis cuenta cómo un ángel lo trasladó en espíritu a un monte grande y alto y le mostró la ciudad santa de Jerusalén que tenía la gloria de Dios (Apocalipsis 21,10). Quien se especializa en subir adquiere condición angelical. Vive del gusto de disfrutar el horizonte infinito de la montaña que es Dios.
Quien se entrena en subir al cielo con la mirada, se encuentra de repente ascendiendo de la condición humana a la condición divina, enseñoreándose del infinito donde Él mora, que es Él mismo, pues Dios, el misterio de los misterios, mora en el mismo Dios. Felicidad inenarrable la de quien consigue participar de él.
Ascender connota altura. Hay una altura del hombre y hay una altura de Dios. La misión del hombre consiste en subir a Dios, volverse divino. Eso es orar, ascender a Dios como Jesús: “Yo y el Padre somos uno”.
Participo en el misterio de la Ascensión mejorando mis sentimientos, pensamientos, palabras y obras. La naturalidad de existir, misterio embriagador.