La Casa Redonda
Los jóvenes tienen su manera nueva y original de abrirse paso en la vida, como lo demuestra la experiencia llamada “La Casa Redonda, trabajo colectivo”, ubicada en Laureles. Allí cohabitan, abriéndose a un nuevo mundo laboral de manera legal y creativa, varias pequeñas empresas compuestas por dos o tres socios, que generalmente no sobrepasan los 30 años.
La casa de 18 habitaciones, que anteriormente ocuparon los jesuitas, está dividida en oficinas donde se ejecutan diferentes tipos de actividades: diseño, fotografía, arquitectura, comunicación, producción audiovisual, enseñanza de otras lenguas, danza, escritura, etc. Allí se comparte el taller, la cocina, los baños, cada uno se encarga de lavar su propio pocillo marcado con su nombre y se contratan entre sí cuando necesitan los servicios del otro.
Estas chicas y chicos son una mezcla de arte, ingenio, empresa, ciudadanía y convivencia. Saben que en un mundo cambiante lo más pequeño se moldea fácilmente a nuevas condiciones. Además, aprovechan una tendencia posmoderna: el consumo personalizado. Las diseñadoras de vestuario comprenden la predilección de sus contemporáneos de lucir prendas de confección no masiva y aprovechan los almacenes multimarca que les permite poner las prendas en el usuario final.
La empresa que rescata bicicletas viejas y las personaliza, entiende que esta ciudad podrá presentar rasgos de primer mundo cuando haya más bicicletas que automóviles y le apuesta a un nuevo mercado en la ciudad.
Pero La Casa Redonda no es la única. Lo que hace muchos años se llamó Otrabanda (Belén y La América, en donde nacieron después Laureles y Estadio) existe ya el Circuito Creativo Otra Banda, compuesto por unos 18 colectivos creativos “una iniciativa en pro de la autogestión, la organización y la activación de la oferta cultural a este lado del río para la ciudad”.
Lo más llamativo y digno de aplausos es ver la forma cómo estas mujeres y hombres jóvenes entienden su tiempo, circunstancias, contexto social, cultural, político y económico que los rodea, y su particular respuesta a este momento histórico de la ciudad.
Si el mundo les ha cerrado oportunidades de trabajo, ellos se han abierto las propias en las que, además de desarrollar sus sueños, trabajan desde la cultura para desarrollar conciencia ciudadana, promover la convivencia humana y trabajar por una ciudad más incluyente y plural.