Columnistas

La Comisión de la Verdad

28 de julio de 2018

Amable lector. En el año 1412 en una población de Francia nació una niña llamada Juana. Ese país desde muchos años atrás estaba en conflicto armado con Inglaterra, llamada la Guerra de los Cien años. Ella, desde muy joven, sintió el llamado del Arcángel San Miguel y más tarde del Señor, para liderar la lucha contra Inglaterra y lograr que el príncipe Carlos fuera nombrado rey.

Peleó cuerpo a cuerpo con los soldados, derrotó en varias batallas a los ingleses y consiguió que el delfín fuese elegido como rey de Francia. Varias veces fue herida y al final hecha prisionera por los Ingleses. Estos la entregaron a un tribunal eclesiástico de hombres eruditos y virtuosos. Luego de largos interrogatorios fue condenada por hereje y hechicera; murió en la hoguera en 1431.

Acá, el sacerdote Francisco de Roux preside un selecto grupo de personas que, en un plazo de tres años, debe rendir un informe sobre las causas y los hechos ocurridos en el conflicto armado de los últimos cincuenta años. Por orden del presidente Santos, el Ejército Nacional deberá entregar toda la documentación que posee sobre este triste episodio.

El sacerdote aclaró que también a la Farc le enviaron una carta sobre este asunto. Es fácil presumir que de la misma manera la recibirán aquellos que entregaron dinero a grupos paramilitares, no para matar, sino para proteger sus bienes y la vida de los suyos. Fue una época en que el Estado estuvo ausente.

Será muy poco lo que se pueda agregar sobre lo que pasó durante estos últimos años. Basta recordar las masacres de gente inocente, los secuestros, las torturas, los mutilados, las viudas y los huérfanos. Quizá al final se concluya que no todo fue culpa de los grupos guerrilleros, sino por los excesos y abusos de la fuerza pública.

Repasando las parábolas de Jesús de Nazaret, que fueron narradas por los cuatro evangelistas, es difícil comprender qué hace el padre de Roux en dicha comisión. Al final, no importan las conclusiones a que se llegue, a nadie le ayudarán a resarcir los daños materiales, ni a mitigar las penas por la pérdida de los seres queridos.

Otro Jesuita, Pedro Claver (1580–1654), entendió que su misión era servirles a los esclavos que venían del África. Les ayudó a curar las heridas del cuerpo y a sanar las del alma. No parece que haya escrito ningún informe sobre tan abominable negocio.

La última jugada de la izquierda colombiana es una obra diabólica. No importa si al final el doctor Álvaro Uribe es condenado a prisión. Basta alejarlo del Congreso para tener el camino despejado al poder dentro de cuatro años.

Juana de Arco, quien murió en la hoguera por hereje, casi seis siglos después fue elevada a los altares y es reconocida como patrona de los franceses.