La Comuna 13 y su “paz romana”
Meter tanquetas, sobrevolar con helicópteros y dejar que se instalara allí el régimen de los paramilitares y luego el de las bandas criminales no le llevó ninguna paz a la Comuna 13. El Estado se impuso a sangre y fuego, sacó a las milicias, pero no les legó a los habitantes de ese rincón de Medellín la imagen de una institucionalidad legítima, eficaz. Siguió cogobernando el hampa. Por eso rebrota la violencia. Las necesidades básicas insatisfechas continúan. La esquina, con sus vicios y ofertas, sigue siendo la escuela de miles de niños y jóvenes. Esta ciudad no puede cantar victoria sobre una criminalidad que la pone patas arriba cada que quiere.
Los avances de Medellín en materia de seguridad son ciertos, pero pequeños, insuficientes. Lo saben sus autoridades y dirigentes. Esa “paz romana”, que es una paz de muertos y heridas sin cicatrizar, no le dejó a la 13 un nuevo orden social, ningún pacto revitalizado de relaciones entre la ciudadanía y el Estado. Por eso se suceden una y otra vez los criminales y sus pandillas, en un círculo vicioso de rencillas y empresas del hampa.
La 13 es un medidor de lo que pasa en otras comunas de la periferia de Medellín: el dominio de combos que extorsionan el transporte, el comercio de alimentos, la venta de materiales de construcción y que deciden quién se queda y quién se va. Un pillaje que navega a sus anchas en la corriente turbia de la ilegalidad.
Acaso una de las pocas ventajas que tenemos frente a otras épocas es que hay un Alcalde que está “frentiando” al crimen que campea en los barrios, en especial en ese barrio más grande que es de todos: el Centro. Y esa lucha está destapando las alcantarillas de una ciudad que creyó que había gran gobierno, pero que tenía solo esa “donbernabilidad” que negaban sus alcaldes.
Apenas ahora se descubre a un gobierno que no vive de los pactos tácitos con los criminales, para bajar los muertos, pero permitir que crezcan a la sombra las superestructuras del crimen en las que Medellín es PHD.
Estas redadas contra la delincuencia organizada están sacudiendo la ciudad. Y su dirigencia debe tener la perspicacia, la determinación y la firmeza para respaldar a su Alcalde, para animarlo, para protegerlo. Para creerle.
La Comuna 13 debe recuperar la tranquilidad y la seguridad, pero debe ser el laboratorio de planes ambiciosos de inversión social que permitan, de verdad, cambiar las condiciones de vida de la gente. Será de la única manera que se impida repetir la historia tantas veces contada de sus bandas y sus jefes. Que no ocurra lo que los delincuentes advierten: esperar a que pasen estos cuatro años de gobierno....