La crisis de la profesión docente
Por Luis H. Tabares Agudelo
Corporación Universitaria Americana
Facultad de Derecho, 6° semestre
lhernanta@gmail.com
Hace poco celebramos el día del profesor en Colombia, personas que llevan años en la labor de educar a los niños, niñas y adolescentes del país.
A propósito, esta es una labor muchas veces duramente criticada desde varios ámbitos: primero, pretendemos chantarles la culpa por el descalabro de los estudiantes en la pruebas Pisa. Segundo, desde aquellas personas por las que trabajan -los queridos padres de familia y estudiantes-. Tercero, desde las instituciones privadas que muchas veces no todas cumplen con los requisitos y lineamientos exigidos en la legislación laboral colombiana. Y cuarto, desde el Gobierno, que muchas veces para que les sean reconocidos sus derechos los vemos en los tire y afloje de los paros de labores.
Solo los que tienen años en esta profesión, que la llevan por dentro, que enseñan con el corazón, saben que no hay docente en cuya vida no existan trasnochos, madrugadas, sacrificios de actividades de pareja y de familia. No hay docente que no lleve trabajo para la casa porque no alcanzan las 50 o 60 horas que pueden estar en su institución.
Por la dinámica a la que está hoy entrando el país, -el posconflicto- es bueno que en Colombia se abran espacios a cerca de la reflexión de lo que hoy llamamos la crisis de la profesión docente. Pero más que un ejercicio o debate, estudiar la falta de reconocimiento y respeto de los derechos de los profesores en todos los niveles educativos de Colombia.
Hoy que estamos analizando todos los factores por lo mal que nos ha ido en las pruebas Pisa, además estamos mirando la posibilidad de copiar y traer para Colombia estilos de educación de los países con los mejores resultados en estas pruebas, no podemos ignorar que en esos países no existe esta crisis, todo lo contrario, son respetados, tienen excelente situación económica, les pagan a tiempo, su labor es reconocida como una de las mejores de la sociedad.
Para concluir, lo cierto es que aunque siempre se encuentran entre la espada y la pared, los vemos con responsabilidad día tras días en esta dura labor. A propósito, muchos padres les delegamos todo y nos olvidamos que es entre ambos que debemos educar a nuestro hijos . n
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