La democracia del futuro
La democracia ha estado desde su origen entrelazada con los derechos. En la época de la formación de la democracia en Grecia entre los siglos VII y V a. C, la idea orientadora de la política democrática era la participación de todos en el proceso de tomar decisiones. Cuando los antiguos hablaban de democracia pensaban en una asamblea en la que los ciudadanos eran llamados a tomar las decisiones que les concernían como miembros de la comunidad. Según Bobbio, el poder de la asamblea no era el de elegir quién habría debido decidir por ellos, sino el de decidir ellos mismos sobre todo, las finanzas, la educación, la legislación.
La filosofía política de los antiguos no se fundamenta en la idea de los derechos de los individuos, pues no es individualista. Su pensamiento básico está en la tesis de Aristóteles de que el hombre en su origen es un animal social, que vive desde su nacimiento en sociedades naturales como la familia y la ciudad. Así, los derechos de los individuos van a depender de su pertenencia a una determinada comunidad política.
Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué se dio el cambio de la democracia directa a la representativa? La explicación de Constant dice que se produjo un hecho histórico irreversible generado por las fuerzas de la modernización, que consistió en el paso de la ciudad-Estado a los grandes Estados territoriales. Esto se tradujo en que mientras más grande es una sociedad política, menos capaz se muestra el pueblo para actuar políticamente, y más obligado se ve a desarrollar el nuevo mecanismo de formación de la voluntad política: la representación.
En este sentido, escribió Kelsen que “la democracia del Estado moderno es una democracia mediata, parlamentaria, en la cual la voluntad colectiva que prevalece es la determinada por la mayoría de aquellos que han sido elegidos por la mayoría de los ciudadanos”. Así, los elementos esenciales de la democracia son: el método de selección de los dirigentes, o sea, las elecciones; y su fundamento son las declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano.
Ante esto se ha afirmado que, tras la imposibilidad de la democracia de los antiguos para formar la voluntad política en los grandes Estados, estamos ahora ante un nuevo fracaso de la democracia, esta vez, la representativa. Debido a la incapacidad para generar nuevas formas y canales de participación, algunos señalan que la democracia representativa es hoy inaceptable como una concepción de la democracia para países en los que hay una profunda desigualdad entre sus ciudadanos, como es el caso de Colombia, país absolutamente desigual.
Finalmente, ¿cuál será la democracia del futuro? ¿La de los modernos o la de los antiguos? Hay varias tendencias peligrosas, pero solo puedo mencionar dos. A nivel internacional, la perspectiva es un mundo sin democracia en el cual las potencias hegemónicas se imponen sobre la mayoría de los Estados no desarrollados. A nivel nacional son problemáticos los populismos de izquierda y de derecha, que desconocen los derechos humanos y los límites al poder de los gobernantes. ¿Cómo superar estos peligros? ¿Para el posconflicto qué democracia? Volveré al tema.
Director Instituto de Filosofía U. de A.