Columnistas

La esperanza de un futuro mejor

01 de noviembre de 2015

En 1935 E.H. Gombrich escribió Breve historia del mundo. Tardó seis semanas en un libro que resume la historia del hombre, sus grandes hazañas y contradicciones, que la presenta como un cuento maravilloso. Gombrich comienza con el hombre de las cavernas, el primer gran inventor. Descubrió el fuego e inventó el bronce, cosas que quizás hoy en día subestimemos, pero de las que hemos llegado a depender y que no sabemos cómo vinieron a darse. Si fue un accidente o grandes actos de paciencia. Si supusieron la gloria para alguien, o si más bien fue visto como un condenado, como suele verse a los genios en su tiempo.

Luego atravesamos los reinos de la antigüedad. Egipto, cuando comenzó la historia hace más de cinco mil años. Mesopotamia, Palestina, los Fenicios. Estos últimos inventaron el alfabeto precursor del que me permite escribir estas líneas y al lector leerlas. Una historia fascinante sobre mercaderes que vivían hacia la costa de lo que hoy son Siria y el Líbano. Las ciudades Fenicas llegaron a ser más poderosas que Jerusalén y más ruidosas que Babilonia. Pero su método de conquista no tenía que ver con la guerra, sino que más bien utilizaban lo que producían. Con sus objetos a cuestas fueron bienvenidos en África, España y el sur de Italia. Intercambiaron pieles y piedras preciosas por herramientas y se volvieron famosos por sus túnicas coloradas de púrpura. Sus artesanos fueron creadores del Templo de Salomón en Jerusalén. Fundaron ciudades y utilizaron cartas para comunicarse con los que quedaron en su tierra natal. Los Fenicios fueron los primeros grandes comerciantes de la historia.

Gombrich nos cuenta de Grecia, de las Termopilas, de Troya, de Aníbal, más adelante aparece Shih Huang-ti, el primer emperador de China. Un hombre que detestaba la historia porque le parecía aburrida e inútil. Mandó a quemar todos los libros salvo los de agricultura, sobre todo los tratados de Confucio y de Lao – tzu. Quien fuese descubierto con un libro era condenado a muerte. Con la quema pretendió borrar lo que vino antes de él. Es que fue uno de los grandes guerreros de la historia universal, el que unificó todo un imperio y ese gran proyecto que conocemos hoy como la Gran Muralla China. Su reino no fue largo y cuando los Han lo sucedieron se avocaron a rescatar la historia. Entendían la gran deuda con los pensadores que su antecesor intentó erradicar. La tarea no fue difícil pues muchos guardaron libros en secreto. A partir de entonces para ser un funcionario de gobierno había que conocerlos a fondo.

El viaje de Gombrich sigue entre emperadores, conquistas, momentos de gloria y de esplendor, de bajeza y crueldad. Lo que nos separa del pasado más remoto es apenas un instante en la historia universal. No es fácil ubicar la justa medida entre la posibilidad de nuestras vidas y lo pequeños que somos dentro de este cuento.

Al final de su relato sobre la Primera Guerra Mundial dice Gombrich, “Tenemos la esperanza de un futuro mejor, tiene que ser mejor”. Pero aún en todas partes del globo sigue habiendo miseria, el deseo de dominación de unos cuantos y el apaciguamiento de otros.

El futuro mejor parece estar en al aire, cuando en realidad está en la imaginación del lector, en la curiosidad, en la idea, en el emprendimiento y en la acción. En el pensamiento libre y crítico. En el individuo que pondera, que saca sus propias conclusiones, que se vale por sí mismo y que no depende de un Estado, ni se ahoga en victimismo que lo lleva a apoyar ideas vacías y populistas. El espíritu de un libro es justamente educar, no en el sentido de pasar un examen u obtener un título, sino en fomentar e impulsar un amor por la raza humana. No se puede pedir tolerancia, respeto y aceptación por algo que no se conoce. El futuro mejor empieza por conocernos. Por contarnos. Por leernos. Está en las historias locales y en la historia universal. El mundo está esperando el próximo gran desarrollo tecnológico, pero en realidad la tecnología que debemos desarrollar es la que nos ha dado la naturaleza: el pensamiento. El futuro mejor de Gombrich está en sus páginas: Es la educación. Cada vez que alguien abre un libro de historia, renace la esperanza de un futuro mejor.