La estrategia del odio
Un día después de la derrota sufrida por los partidarios del Sí a los acuerdos de paz, The Washington Post publicó un meme aparecido en internet que decía: “Si los colombianos fueran dinosaurios, habrían votado por el meteorito”.
No encuentro palabras más lúcidas para describir lo sucedido en el referendo del 2 de octubre. Yo voté Sí con esperanza y sin odio, pensando en los millones de víctimas que ha dejado esta guerra. Creo que muchos de los que votaron No también lo hicieron pensando en la paz, así no estuvieran de acuerdo con algunos de los puntos del acuerdo.
Por eso estoy seguro de que en estas elecciones perdimos todos los colombianos. Ganaron los políticos que supieron sembrar más miedo. Ganaron los estrategas de las campañas que supieron manipular el odio.
Colombia es un país frenético, impredecible. Ninguno de los jefes políticos, ni siquiera el Gobierno, estaban preparados para estos resultados. “Ni los más optimistas del No creían en la derrota del Sí” dice el columnista Yezid Arteta, de la revista Semana. “Esto explica el silencio y el miedo de miles que al día siguiente se levantaron con cierto remordimiento de conciencia al pensar que su voto pudo haber contribuido a liberar el interruptor de la muerte. En cambio, la gente que vive en los que hasta hace poco eran los teatros de muerte y votaron abrumadoramente por el Sí le han enviado al resto del país un recado clarísimo: no queremos que en nuestras fincas, nuestros pueblos y nuestras casas se vuelva a escuchar el atronador sonido de los aviones de combate y de las trampas explosivas o el tableteo de los fusiles de asalto”.
El único político que pareció comprender lo sucedido fue Juan Carlos Vélez, director de la campaña del No, del Centro Democrático. El 5 de octubre, en una entrevista con el diario La República, dijo: “El No ha sido la campaña más barata y más efectiva de la historia”. Sobre cuál fue el mensaje de su partido, respondió: “La indignación. Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”. Sobre la estrategia usada para lograr la victoria, dijo: “Descubrimos el poder viral de las redes sociales. Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación”.
La lectora de El Colombiano Lucía Fernández comentó así estas declaraciones: “Gracias Señor Vélez, gracias por quitarnos la venda de los ojos”.
En las mismas redes sociales donde los promotores del No sembraron el odio, este mensaje firmado por @neotropico me hizo reír: “Pacho Santos ahora es coherente. Uribe pide proteger a las Farc. Santos anuncia plomo. Pastrana dice que los No son Sí. Marta Lucía Ramírez propone lo mismo que estaba en los acuerdos. Alejandro Ordóñez pide que el cese bilateral al fuego se mantenga. Los del Sí ahora quieren guerra. Los del No piden prudencia. Las Farc quieren que continúe la paz. Los que no salieron a votar ahora salen a marchar. Colombia: un chiste que se cuenta solo”.
Yo salí a votar, pero no pude marchar. Como tengo la convicción de que es imposible cambiar la marcha de la historia y, más aún, discutir con los dinosaurios sobre la muerte y la devastación que causan los meteoritos, cumplo con mi obligación de periodista de buscar que la voz de la gente sea escuchada, sobre todo por aquellos que no la quieren escuchar.
Por eso me uno a las voces de los miles de manifestantes que han recorrido las calles de Medellín y de Colombia pidiendo la paz: ¡La paz nos pertenece! ¡Sí al cambio, sí a las oportunidades, sí a soñar y a tener un país en paz! ¡Se puede tener esperanza!.