La Farc se adaptó rápido al “sistema”
Pasar más de 50 años descerrajando fusiles contra el Estado colombiano, con millones de víctimas, pero también de partes de guerra y propaganda odiosa para cuestionar y desdecir de “la oligarquía colombiana y su establecimiento”, para llegar a una negociación y un acuerdo tras los cuales se descubre a una Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común con algunos de sus jefes y aliados sindicados de narcotráfico o envueltos en prácticas de corrupción en la contratación de obras y el manejo de recursos de campaña política, es más que Macondo.
Muy rápido fueron tentados la militancia guerrillera y su entorno por los vicios de los políticos tradicionales. Escuchar al sobrino de alias “Iván Márquez”, en las grabaciones obtenidas por la Fiscalía General de la Nación, “serruchando” los porcentajes de las comisiones para adjudicar contratos con los fondos del posconflicto es la más reveladora de las postales de aquella empresa de delincuencia política, sangrienta, que ahora parece sintonizar con las costumbres de los barones electorales y los corruptos, en sus simbiósis con mafias y carteles de la ilegalidad.
No se esperaba, tan pronto, que algunos militantes y parientes de aquella insurgencia feroz, con una estructura de verticalidad y disciplina implacables, iban a adoptar el estilo de nuevos ricos de muchos políticos y dirigentes de la vida pública nacional. Aunque la Farc asegura que Marlon Marín no hace parte de su estructura, lo que él confirma en sus conversaciones es que tenía las atribuciones para “negociar contratos” y que era parte del círculo de contertulios de alias “Jesús Santrich”.
El traslado de los dineros públicos para la campaña política de la Farc, a la cuenta de un particular, es otro signo más de que de aquella trasparencia y fidelidad con el pueblo colombiano, con “el común”, hay más discurso y retórica que hechos efectivos para demostrar, en la realidad, que este movimiento podrá ser una alternativa fiable de cambio de la sociedad, o que por lo menos será la chispa que encienda alguna luz renovada de transformación. En dos meses van, por lo menos, tres tiros de gracia a la fe y credibilidad de sus militantes. La costumbre de sacudir al país, así ahora sea en la civilidad.
De seguir así, a la Farc se le agotará muy rápido la repetida excusa de que el origen de sus males y su descrédito son las investigaciones contaminadas de la Fiscalía y las campañas de desprestigio de “los medios de información de la oligarquía”. Afanosa tarea para recomponerse tiene la Farc, tanto por su unidad, ya rota, como por su imagen que flota hoy en la espuma de los cuestionamientos.