Columnistas

La generación del frenesí

27 de octubre de 2018

Por Juan Pablo Zapata Correa
Universidad Pontificia Bolivariana
Facultad de Com. Social, 6° semestre juanpazapatac@gmail.com

Somos la generación que evita el contacto visual, la generación que vive en un frenesí de emociones que parece nunca detenerse. Sufrimos, lloramos, nos enamoramos y nos desenamoramos en un abrir y cerrar de ojos. Creamos vínculos y los rompemos como si nos pagaran por hacerlo. Nos aferramos a cosas a las que no nos deberíamos aferrar y tenemos preocupaciones que una persona con apenas dos décadas de vida no debería tener. Conocemos montones de personas a diario y dejamos de conocer montones más. Se quiebran las pantallas de los celulares y se quiebra la voz al intentar hablar.

Somos la generación que deja de vivir el presente por intentar construir un futuro incierto. La generación que sacrifica cosas valiosas por experiencias momentáneas. Somos la generación del escape, la generación que no quiere tener responsabilidades pero debe tenerlas, la generación que huye de los problemas pero estos siempre regresan. No hay oportunidad para errar porque hay miles de ojos juzgando qué se hace bien y qué se hace mal. Evitamos preguntar porque tememos las respuestas. Esperan mucho de nosotros. Esperamos mucho de nosotros. Somos la generación del infortunio, de las inconformidades y los lamentos, de los desencuentros y los desaciertos.

Somos la generación de los sentimientos difíciles, la generación a la que le cuesta dialogar con palabras sinceras. Somos la generación que prefiere no demostrar a demostrar más de la cuenta. Siempre estamos a la defensiva porque nos enseñaron que aquel que se muestra vulnerable será el más debil y el más herido. Vivimos del qué diran, nos preocupa más la percepción que los demás tienen de nosotros que la que nosotros mismos tenemos. Nadie nos enseñó a encontrar la estabilidad, nadie nos preparó para todo lo que llegaba con el tiempo y a las malas nos está tocando aprender.

La generación de las luchas ajenas y las luchas internas, que pelea y se rinde y pelea aunque no quiera pelear. La generación de la desesperanza, de la falta de amor propio y para los demás. Reímos a carcajadas y lloramos hasta quedarnos sin lágrimas. Nos falta vitalidad, a veces vivimos por inercia, nos falta energía y nos faltan ganas. Nos cuesta buscar la paz y la tranquilidad porque todo va muy rápido, no hay tiempo para más, nada se detiene. O es ahora o es nunca.

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