La gota que derramó la copa
China asegura haber estado a oscuras en cuanto a la inminencia de una prueba nuclear de Corea del Norte. Quizá a ello obedeció su determinación de acompañar a las potencias mundiales en la reunión urgente del Consejo de seguridad de la ONU, solicitada por Estados Unidos y Japón que tuvo lugar pocas horas después. Allí se pidieron -China incluida- nuevas sanciones para el régimen de Pyongyang por la realización de estas pruebas proscritas por sus países miembros y repudiadas por la comunidad internacional entera.
Esta sería la cuarta vez en 10 años que la instancia suprema en política atómica a nivel planetario responde con medidas que imponen restricciones a su comercio externo.
El gobierno de Xi asumió una frontal postura: no permitir la existencia de políticas y prácticas nucleares que vayan en contravía de la determinación mundial.
No es frecuente que el líder de la diplomacia del gigante de Asia exprese de viva voz el repudio de su gobierno del Partido Comunista, por acciones de terceros países amigos o enemigos de China. Esta vez, el portavoz chino se desmarcó claramente del gobierno de Kim Jong-un en los espinosos temas de seguridad nuclear, al aclarar que China nunca estuvo al tanto de la preparación de tales pruebas.
Hilando fino, habría que pensar que un componente de la repulsa de quien dirige hoy a la primera economía mundial, es haber recibido un severo jalón de orejas por parte de su contendor mundial norteamericano. Los Estados Unidos no vacilaron en mostrar sus colmillos y exigir a los líderes gubernamentales chinos detener la colaboración económica y el sostén político que han estado prestando al díscolo actor norcoreano.
Al fin, este paso en falso de Corea del Norte ante la comunidad internacional, que no es sino un gesto de demostración de poder encaminado a desmontar el cerco comercial que el país tiene que enfrentar hoy en día, parece haber hecho mella en las relaciones bilaterales. Este desplante constituye un frontal desafío a China, que redundará en un muy importante distanciamiento entre los dos países.
Posiblemente esta es una de las muy infrecuentes ocasiones en las que China ha optado por sumarse a Rusia y a las potencias de Occidente.