La lectura del entorno
POR JUAN CARLOS QUINTERO C.
Hace poco me invitaron a un importante encuentro de planificación estratégica al que curiosamente asistieron un grupo de colaboradores de la base jerárquica y mandos medios, y cuando llamo la atención de la curiosidad, es porque a este tipo de ejercicios asisten de manera exclusiva el CEO y los jefes de la organización, es como si por ellos estar más cerca de las estrellas, tuvieran la verdad absoluta de la realidad de la compañía, por eso, a mis anfitriones les hice el reconocimiento de ello e iniciamos el ejercicio.
Presentación tras presentación se evidenciaba la pasión de los asistentes por el destino de la organización y todos mencionaban metas, márgenes, clientes, estrategias, pero una frase me llamó la atención: análisis del entorno, frase de grueso calibre que en la mayoría de empresas es desarrollada por unos avezados estudiantes que para lograr su título profesional proponen un diagnóstico estratégico para realizar su proyecto de grado, documento, que años después es dado de baja.
En medio de la dinámica, empezaron a diligenciar un formato que listaba fortalezas y debilidades, con gran destreza fue tramitado por la mayoría, pues, se identificaba fácilmente lo que había en ese momento en el ámbito interno de la corporación, pero, a la hora de gestionar la plantilla externa, oh, gran sorpresa, el tiempo pasaba y pasaba y no había mayor producción intelectual. Al parecer los participantes conocían muy bien la empresa pero no su entorno, y es preocupante, porque dependiendo de la capacidad de ver el entorno externo se podrá ser proactivo o reaccionar ante esas variables incontrolables.
Por eso pensar estratégicamente no es un don, es una capacidad que desarrollan la mayoría de ejecutivos exitosos en el mundo. De no tener esta habilidad, los análisis FODA, DOFA, SWOT, o como los quiera llamar, terminan elaborados con una letras “F” y “D” de fortalezas y debilidades gigantescas, cargadas de mucha información, y unas letras “o” y “a”, de oportunidades y amenazas en minúscula casi imperceptibles para la lectura o sin mayor valor para los análisis.
Si en verdad quiere desarrollar cambios trascendentales que impacten de manera positiva la satisfacción de las necesidades de los clientes y mantener los márgenes financieros, es necesario que todos dentro de la empresa estén en la capacidad de “leer el entorno” e identificar esas “señales” que pueden afectar de manera positiva o negativa el plan trazado. Ahora, si sufre de miopía empresarial, es decir, es testarudo y no tiene la capacidad de escuchar o ver el cambio, lo más probable es que el futuro sea incierto y esas “señales” sean imperceptibles, quizás porque está sumergido en la operatividad del día a día y pocas veces levante la mirada para ver qué sucede a su alrededor.
Hoy, las empresas que piensan estratégicamente, se caracterizan porque son capaces de “leer el entorno” y visualizan en el largo plazo cómo esa señal los puede impactar para que sobre ese conocimiento diseñen una oferta de valor que les permita mantener sus ventajas competitivas y garantizar la satisfacción del cliente y los resultados financieros.