Columnistas

La madre que te parió

10 de diciembre de 2014

Muchos llegan a la Madre Patria buscando un mejor futuro, otros a la zaga del pasado...

Intentas reconocer en los españoles la fisonomía de tus ancestros: desde el policía del aeropuerto de Barajas, que busca pillar alguna mentira en tus ojos, hasta la primera cajera del “súper” que te quiere cantar la tabla mientras palpas el maldito centavo de euro, esquivo en el bolsillo.

España, “paloma buscando cielos más estrellados”, está en la jota honda que partió de Arabia para asentarse en la península y que naufraga en nuestra garganta criolla tan pronto llega al mar Caribe; en la muletilla “puta”, tan ibérica, tan paisa, que en vano se ufana de dar fuerza a las ideas; en las plazas de toros y lo que ellas representan; en la tradición de los “belenes” y su batalla navideña contra los pinos de plástico...

Sobre el suelo donde ha corrido la sangre de romanos y visigodos, árabes y cristianos, te hablan antiguos muros, sientes cerca trasnochados cantos a la patria. En el Alcázar de Toledo te duele el Museo del Ejército, una oda –obscena– al sometimiento: armas, escudos, uniformes, condecoraciones, generales con sus casacas impecables, miradas triunfales, y barbas y bigotes perfectamente acicalados. Ni las vallas callejeras de Revlon alcanzan a exhibir tanta vanidad.

Allí, donde América parece a veces una simple anécdota, evocas el silencio digno del perdedor...

Recuerdas con orgullo los relatos épicos de los pobladores nativos del Valle de Aburrá, que se ahorcaban para no caer subyugados ante Jerónimo Luis Tejelo y sus hombres. (Por asociación libre, acude a tu mente la condecoración que la Sociedad Antioqueña de Ingenieros le iba a otorgar anoche a Álvaro Villegas Moreno. Te preguntas, entonces, de dónde proviene la vocación del arrodillado ante el poder).

Madre sí hay más de una, para fortuna (¿o desgracia?) nuestra. Insistes en hallar tu vientre primigenio en alguna montaña de Sonsón, en un caserío indígena de Urabá, en un bar de tapas atestado de borrachos (¿así serían las carabelas?), en una playa africana...

Cuántas madres nos han parido: nuestro ADN carga lo más excelso y deleznable de diversos mundos.

Caminas sobre las hojas secas en los Jardines de El Retiro y de La Alhambra, y en el paseo Las Ramblas, con la dulce voz de Ana Belén en la memoria: “España camisa blanca de mi esperanza/ aquí me tienes, nadie me manda/ quererte tanto me cuesta nada/ nos haces siempre a tu imagen y semejanza”.

Como tantos, sucumbes a la tentación de reescribir la historia, de revertir la Conquista... y, con entusiasmo, abres el periódico: el Ministerio de Empleo y Seguridad Social dice que el mes pasado España registró la mayor caída en la tasa de desempleados en un mes de noviembre desde el año 1996. Son 14.688 “parados” menos, pero todavía queda la cifra oficial: 4.512.116 personas no tienen trabajo.

España... “a veces madre y siempre madrastra”. Ni mejor futuro ni peor pasado. Solo un presente sediento de respuestas.