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LA MANERA EQUIVOCADA DE MANEJAR LA TRAGEDIA DE QUNDUZ

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06 de mayo de 2016

Por Eugene R. Fidell

En octubre, una nave de combate aéreo equivocadamente lanzó un ataque devastador contra un centro de trauma de Médicos sin Fronteras en Qunduz, Afganistán, matando a 42 personas inocentes. Una investigación revelada la semana pasada detalló un torrente de errores humanos y técnicos que resultaron en el bombardeo. Ahora el Pentágono está agravando el asunto al tratarlo como menos grave de lo que es.

En la Segunda Guerra Mundial, bombarderos estadounidenses repetidamente se desviaban hacia el espacio aéreo suizo, causando daño significativo. Eventualmente los suizos perdieron la paciencia y montaron una fuerte protesta después de que Zurich fue bombardeada. El resultado fue un Tribunal Militar en Inglaterra. (El presidente de la corte militar era un coronel llamado Jimmy Stewart, estrella de cine). El piloto principal y el navegante fueron absueltos, pero al menos hubo un juicio.

Como están las cosas, no habrá un juicio de Qunduz. El Comando Central de los Estados Unidos ha justificado la ausencia del tribunal militar con la conclusión del informe investigativo que sugiere que los errores que llevaron al ataque fueron involuntarios y que “otros factores mitigantes, como fallas en los equipos” afectaron la misión. Ciertamente los factores mitigantes deben ser tomados en cuenta cuando se trata de decidir la disposición de cargos, pero tanto el proceso y el resultado están sujetos a serios cuestionamientos.

Por ejemplo, el proceso que el Pentágono utilizó para investigar el bombardeo de Qunduz fue cerrado. Médicos sin fronteras habían solicitado un cuerpo independiente para la investigación. Había alternativas domésticas también: en lugar de usar el proceso investigativo de rutina del Ejército, el gobierno podría haber convocado a una corte de investigación, como es previsto en el Código Uniforme de Justicia Militar. Estas son más formales y pueden ser utilizadas para incidentes mayores.

No es claro el porqué no se utilizó una corte de investigación en el caso de Qurduz. Una corte de investigación habría sido cerrada al público cuando la evidencia clasificada estuviera siendo examinada pero mucha podría haber sido abierta al público. Otro problema de procedimiento es innato al Código Uniforme de Justicia Militar: comandantes deciden quién es acusado de cuales ofensas, y cómo se dispondrán dichas ofensas. La senadora Kirsten Gillibrand, demócrata de Nueva York, ha liderado esfuerzos en el Capitolio para transferir este importante “poder de disposición” a manos de abogados lejos de la cadena de mando. Esa propuesta cogió fuerza como resultado de la amplia consternación por el abuso sexual en las fuerzas armadas.

El código de justicia militar incluye varias ofensas que al parecer se aplican al ataque de Qunduz. Estas incluyen la imprudente destrucción de propiedad y la imprudente y disipada operación de una aeronave. El asesinato incluye actos que “demuestran una disipada indiferencia hacia la vida humana” y el homicidio imprudencial incluye el asesinato ilegal de un ser humano por causa de “negligencia culposa”. Estas son ofensas mayores, mientras que las acciones administrativas y disciplinarias ordenadas después del ataque son de un estilo normalmente reservado para ofensas menores.

El abandono del deber también es un crimen militar. Cubre la deliberada y negligente falta de cumplimiento con los deberes, y cumplirlos de manera “culposamente ineficiente”. Para el abandono negligente la prueba simplemente es si el individuo “exhibe o no una falta de cuidado que una persona razonablemente prudente habría ejercido bajo circunstancias iguales o similares”.

Entre los retos que presenta un caso como Qunduz está cómo lograr establecer responsabilidad en una era en la que un ataque contra un sitio protegido no es el acto de una unidad o individuo aislados. En la guerra de alta tecnología de hoy, un ataque realmente involucra a un sistema de armas, con solo algunos de los actores en la aeronave y otros (con verdadero poder para afectar operaciones) en el suelo, en otra aeronave, o tal vez hasta en el mar.

Nadie debería estar satisfecho si las cosas quedan donde están actualmente. Eso sería una injusticia para las víctimas no solo de este trágico error, sino también de futuros errores.