La mejor vacuna
Querido Gabriel,
Vacunaron a mi mamá. ¿Con qué vacuna? ¡Qué bueno! ¿Pero no se demoró un poco para su edad? Estaba muerta de miedo por las mentiras de las redes. Muerta es una palabra que no usaría para este caso, ¡más peligroso el coronavirus! He leído de buena fuente que son seguras, con los mismos riesgos bajos de muchos medicamentos comunes, como la aspirina. Pues yo casi no la convenzo y ahora estoy feliz. ¿Hablamos de vacunas, ahora que algunos erróneamente creen que la pandemia se fue? ¿Conversamos sobre los miedos, explicamos sus beneficios y sacamos un rato para la gratitud con el sistema de salud, por su tarea heroica?
Gabriel Mesa lo explica con la simplicidad de los buenos maestros. La mejor vacuna es la que te pongan y el mejor momento para aplicártela es apenas puedas. Las vacunas fueron fundamentales para el avance de nuestra esperanza de vida en los últimos siglos, aunque siempre ha habido detractores y temores. La desaparición virtual o total de la viruela, la polio, la difteria, el sarampión, el tétano y muchas otras enfermedades constituye uno de los progresos más importantes de nuestra especie.
Ahora, gracias a la covid-19, somos testigos de un nuevo salto de la ciencia que nos permitirá plantarle la cara con aún más contundencia a las enfermedades virales. Las nuevas vacunas de ARN mensajero fueron la mejor noticia de 2020. La pandemia aceleró el uso y masificación de este descubrimiento de los años 90. Paradójicamente, gracias a esta enfermedad, salvaremos cientos de miles, quizás millones de vidas, en los próximos años. De lo malo lo bueno, como dice una amiga.
Sin embargo, el cambio tecnológico genera vértigo y produce miedo sobre todo cuando toca la salud. Desde siempre, viene, además, con su dosis de noticias falsas. Recuerdo un antiguo artículo de prensa de cuando se construyeron los primeros ferrocarriles en Inglaterra, donde alguien, lleno de “argumentos”, decía que esas velocidades (de menos de 50 kilómetros por hora) eran peligrosísimas para el organismo humano y afectarían nuestra fisiología. Hoy en día miles de millones de personas se benefician de los trenes cada año en todo el planeta.
En el caso de las vacunas contra la covid-19, los datos son contundentes. En Colombia se evidencian los primeros resultados del plan bien liderado por el ministro Ruiz, los fallecimientos de mayores de 60 años están disminuyendo radicalmente. En otros países, como Gran Bretaña, Estados Unidos y el más cercano Chile, están retomando su vida cultural, social y económica. Israel ha, prácticamente, declarado el fin de la pandemia.
Quienes no se vacunan, por otro lado, no solo corren riesgos, sino que le hacen daño a su comunidad. ¿Leíste el fallo de un juez en Texas sobre la obligación de vacunarse para los empleados de un hospital? Ellos alegaban que las vacunas eran peligrosas y experimentales. El juez determinó que esa afirmación no solo era falsa sino letal, ya que están muriendo sobre todo personas no vacunadas y está científicamente demostrado que quienes no participan de la vacunación pueden convertirse en “refugio” para que el virus siga mutando y aparezcan variantes más contagiosas y letales.
Para agradecer a quienes entregan su energía y a veces su vida para cuidarnos, profesionales de la salud que siguen luchando en un sistema a tope, con pocas horas de sueño y alto estrés, debemos ir a vacunarnos. Hagamos nuestra tertulia con esta propuesta, de que el gesto de gratitud, resistencia y cuidado más simple y poderoso es aplicarnos la mejor vacuna, que es, desde luego, la que haya disponible, apenas podamos, como dice tu tocayo
* Director de Comfama