Columnistas

LA PARADOJA DE LAS TUMBAS MASIVAS DE MéXICO

21 de julio de 2017

Por Loan Grillo
redaccion@elcolombiano.com.co

El barrio Colinas de Santa Fe en las afueras de esta ciudad puerto se parece a cientos de conjuntos residenciales construidos por México en décadas recientes. Las calles están alineadas con idénticas casas de ladrillo -bungalows con dos alcobas, pintadas de color rosa, azul o verde y su ubicación se anuncia como cerca a un centro comercial. Los jardines están llenos de bicicletas para niños, aros de baloncesto y antenas parabólicas. Pero en el borde de propiedad, según anunciaron investigadores en marzo, campos de pastoreo de ganado ocultaban miles de partes del cuerpo en descomposición, incluyendo más de 250 cráneos, enterrados en una serie de fosas.

Se cree que los carteles de la droga están detrás de las fosas comunes. La mayoría de las víctimas aún no se han identificado. Una madre que vive a unas cuadras del campo dijo que no tenía idea de su existencia. En abril los habitantes presentaron una denuncia porque el olor de los cadáveres en descomposición se estaba filtrando en sus casas. He cubierto la violencia de México desde 2001, pero aún quedo boquiabierto ante cuánto parece extenderse la vida normal entre dichos terrores. Un estudio revelado el mes pasado encontró que al menos 1.400 cadáveres fueron desenterrados de tumbas masivas por todo el país entre 2009 y 2014. Y esa es solo una fracción de los 176.000 asesinatos que la policía ha registrado en la última década.

Al mismo tiempo, México tiene una economía de 3 trillones de dólares y es el octavo destino más visitado en el planeta. El gobierno niega que hay un conflicto armado en desarrollo.

¿Cómo podemos comprender esta paradoja y clasificar este derramamiento de sangre? ¿Simplemente es un horroroso problema de crimen, o es una guerra? La verdad es que el conflicto no es ni solo crimen ni guerra civil, sino un nuevo estilo híbrido de violencia organizada. Nunca comprenderemos su naturaleza hasta que México realmente investigue cómo estas tumbas masivas surgieron.

El lunes el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, fue extraditado de Guatemala a México para enfrentar cargos de trabajar con el crimen organizado y malversación de fondos durante su mandato de 2010 a 2016, cuando se descubrió la fosa común en Colinas de Santa Fe. Algunos de sus asistentes también han sido arrestados. Cuando el tamaño de la tumba fue revelado, el fiscal, Jorge Winckler, dijo a periodistas: “Es imposible que nadie supiera lo que estaba pasando aquí, con vehículos entrando y saliendo. Si no fue con la complicidad de las autoridades, no sé cómo se hizo”.

El lugar fue descubierto no por la policía sino por madres en busca de sus hijos desaparecidos. Una de ellas, María de Lourdes Rosales, estaba tratando de encontrar a su hijo, un empleado de aduanas de 25 años, quien fue secuestrado por un grupo de pistoleros en 2013. Después de que la policía no logró encontrar rastro de él, ella se unió a otros parientes de más de 30.000 personas que han desaparecido por todo el país para exigir justicia. “Uno vive con un gran dolor todos los días”, me dijo Rosales, “Algo le falta en su vida, en su corazón, en su alma, y su única meta es encontrarlo”.

Un día, mientras que un grupo de madres marchaba en protesta, un carro se aproximó y un hombre misterioso les entregó un mapa dibujado a mano que mostraba dónde estaba la tumba masiva. Las madres fueron al lugar y empezaron a cavar. Solo después de que desenterraron ropa y huesos humanos el equipo forense tomó cargo.

En junio, las madres encontraron otra tumba masiva en Veracruz, después de que alguien envió un mapa a una de ellas en Facebook. Estos casos ilustran aspectos claves de la guerra de drogas en México. La mayoría de sus víctimas no mueren en batalla - tiroteos entre grupos armados, o choques con la policía y soldados- sino que son arrastrados por hombres armados o asesinados en atentados. La justicia es escasa. Un estudio encontró que 4 de 5 asesinatos en México quedan impunes. Las fuerzas de seguridad sí se enfrentan a los cárteles en algunas partes del país, pero la policía y los funcionarios también trabajan con los criminales, incluso matan por ellos. Días antes de la detención de Duarte, un exgobernador del estado de Tamaulipas fue arrestado en Italia, tras ser acusado en Brownsville, Texas, por varios cargos, incluido el narcotráfico.

Los cárteles ganan miles de millones con el contrabando de heroína, cocaína y metanfetamina a América, así como con una serie de fraudes que van desde secuestro hasta robo de petróleo. Ese dinero se utiliza para sobornar a la policía y a los políticos. Las víctimas no solo son agentes rivales del cártel, sino trabajadores de aduanas que no aceptan sobornos, periodistas inconvenientes y muchos que fueron testigos de la cosa equivocada- “civiles”, todos.

Sin embargo, para muchos mexicanos, la vida sigue con aparente normalidad -sin batallas ni bombardeos. Eso es lo que separa al conflicto de una guerra civil, aunque el número de muertos es comparable. El patrón de la matanza es tal vez más similar al de los escuadrones de la muerte de una dictadura.