Columnistas

LA PAZ PINTADA

27 de noviembre de 2017

Un ejercicio noble y legítimo como es conseguir la paz en el país por medio del diálogo está quedando desvirtuado por la forma en que se están realizando los trámites institucionales, se buscan apoyos populares y se implementa territorialmente. Sigo creyendo que el proceso llevado a cabo en La Habana era el camino y que lo negociado, si bien no puede dejar a todo el mundo satisfecho, estaba dentro de lo posible y nos permitía abrirnos a la perspectiva de tener un país diferente, mejor.

El liderazgo y la decisión que se tuvo para emprender los diálogos con las Farc y conformar un equipo negociador importante, así como de convocar apoyos internacionales para tal fin y lograr un documento final sólido, estuvo ausente al momento de presentárselo al país y está ausente en su implementación.

No hay que echarle todas las culpas a la oposición. De hecho en la naturaleza misma del proceso de paz, el relacionamiento con los opositores debería haber sido parte de la necesaria pedagogía para unir al país, debería haber sido el inicio del camino a la reconciliación. Pero no lo fue. Por el contrario, se profundizó la división.

Cada quién echará sus culpas y a lo mejor todos tenemos algo de responsabilidad, empezando por las mismas Farc, ejemplo de arrogancia y falta de ponderación. Pero si hay un verdadero culpable de la actual división es el gobierno. No ha sabido venderles la paz a los colombianos. La manera como ha convocado muchos apoyos ha estado viciada desde el principio. La razón es simple. Con la misma estrategia con que ha gobernado ha pretendido implementar los acuerdos.

El liderazgo político del actual gobierno ha sido obtenido a punta de mermelada. Vergonzoso. Ya está clara la nueva acepción de la palabra, reducida a la repartición sin contemplación del Estado. Desde ahí empezamos mal. Imaginémonos un proceso tan delicado, en una sociedad tan fragmentada, con unos dolores tan profundos, con una crispación tan intensa, con una violencia tan arraigada, y se decide encontrar los apoyos repartiendo a destajo la nación. Viene siendo un contrasentido en sí mismo. Convocar apoyos para la paz actuando de la misma forma en que las violencias se han generado: acentuando la ilegalidad, promoviendo la injusticia.

Ya todos hemos sido testigos en la forma en que se buscan las mayorías en el Congreso: de la misma forma en que se buscaron desde el principio en este gobierno, que quedó atrapado, por voluntad propia, en la politiquería. Nada diferente sucederá con la implementación territorial: improvisar y repartir. Ya estarán los corruptos de turno con sus fauces babeantes a la espera de los recursos.

Este gobierno no tiene legitimidad alguna para un verdadero posconflicto que lleve a la reconciliación. En medio de la entrega del país a las fuerzas más corruptas y el florecimiento inusitado de la politiquería y el clientelismo más abyecto, nos dejará un graffiti grande el 7 de agosto, extendido sobre todo el territorio, como en la parte final de la Estrategia del Caracol, la película de Sergio Cabrera: Ahí tiene su hp paz pintada. Nos tocará recoger los pedazos y construirla entre todos.