Columnistas

La política separada de la economía

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23 de enero de 2017

La sentencia que el entonces Minambiente Frank Pearl hiciera respecto al Túnel de Oriente iniciado en 2011 bajo la modalidad de un contrato de concesión, fue una perla para enmarcar: “que era una amenaza ambiental y Medellín, Guarne, Rionegro y Envigado se quedarían sin agua”; suficiente para que la Anla, la autoridad ambiental expidiera la resolución de suspender la obra durante tres años y ahí estamos pagando las facturas de las que culpan a la naturaleza.

Que la obra no era necesaria ni prioritaria apuntaron en la ocasión el gobernador Fajardo y el alcalde Gaviria; expresiones desafortunadas frente a unos hechos tozudos: no hay vías competentes ni suficientes para atender la demanda de tráfico del país, del Oriente ni del aeropuerto.

Y todo fue una mentira porque el agua no ha faltado; y ¡ah falta que nos hace el túnel!, que lleva acumulado un sobrecosto de $150.000 millones por la suspensión.

De haberlo tenido en operación, no solo estaríamos atendiendo la demanda actual y futura de tráfico, sino también el infarto vial ocurrido en la mal denominada autopista Medellín-Bogotá y otros ocurridos en las vías al Oriente.

Tres semanas sin la arteria vial que comunica a Antioquia con el país sin que pudiesen transitar vehículos de carga y pasajeros por causa de un gigantesco derrumbe en el K14+350, similar al ocurrido meses atrás en el K12+200, accidente que cobró la vida de 12 víctimas.

El impacto social y económico para el país, la región y la ciudad, fue de una enorme proporción, pues el costo de removerlo es lo de menos, lo más preocupante es la incertidumbre sobre la confiabilidad de una troncal que acusa amenazas similares en otros sectores mientras no se hagan los estudios técnicos y obras necesarias para garantizar su funcionalidad.

¿Quiénes responden por del deterioro y daños causados a los pavimentos y estructuras de la vía Las Palmas, que al límite de su capacidad de su propio tráfico (más de 18.000 diarios), haya tenido que soportar la cuota más alta de los 22.000 vehículos diarios que movilizaba la “autopista”?

Una vía como Las palmas, cuyas precarias especificaciones están al límite, no es apropiada para los pesos ni volúmenes de tránsito de la autopista.

Hace 22 años que la entonces carretera de apenas dos carriles fue entregada en concesión para ser ser ampliada en doble calzada hasta Santuario y apenas se terminó, mientras no se construyan las obras que la buena ingeniería recomienda, no habrá garantía de un nivel de operación confiable y seguridad a los usuarios, y los sitios sin vegetación serán proclives a convertirse en derrumbes permanentes, como “la Huesera” en el Suroeste.

La verdad es que cuando las decisiones políticas se separan de los estudios económicos, se desvía la maximización de los dineros públicos.