LA PURA AUTOESTIMA PAISA Y LA VANIDAD
juanjogp@une.net.co
Entre la vanidad y la autoestima hay enorme diferencia. La primera implica vacuidad, negación de la realidad. La autoestima, en cambio, es la valoración positiva, legítima, realista y razonable. Quiero entender que si el eminente sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos critica el triunfalismo y la vanidad que “en parte, es un disfraz, una manera de disfrazar los problemas que tiene la ciudad”, no se refiere a la gente en general, no habla de un rasgo caracterológico de todos los paisas, sino de una deformación particular instituida y publicitada por algunos gobernantes, administradores o burócratas.
No conozco al primer vecino y natural de Medellín que niegue, disfrace o maquille la realidad o desconozca los problemas como condición para sentirse habitante de una ciudad que libera todos los días un inmenso potencial innovador y transformador. Todas las personas a las que trato incluso arrecian en las críticas, se quejan por la inseguridad, la anarquía vial, el desempleo, la falta de equidad que mantiene, pese a todos los esfuerzos integradores, unas relaciones ominosas de injusticia social.
Sin embargo, el malestar por los problemas y desequilibrios de la ciudad y el reclamo constante a los líderes y mandatarios para que actúen con proyectos eficaces no han determinado nunca un acoquinamiento, una caída del ánimo y la voluntad, una baja en la autoestima. Si así hubiera sucedido dos decenios atrás, la ciudad habría sucumbido en medio de todas las amenazas y adversidades. A diferencia de otras urbes, donde la llamada relación de pertenencia se diluye y el entorno urbano se degrada hasta volverse tierra de todos y de nadie, en Medellín, contra viento y marea, ha seguido creciendo una corriente social transformadora, renovadora, con el consiguiente sostenimiento de una autoestima que puede ser rara para algunos extraños pero se ajusta a lo razonable porque no comporta la ocultación de ninguna realidad. Ni siquiera el eslogan de la más educada tapa la realidad educativa: Es una consigna, un deber ser ético, no una conclusión.
Y es verdad que el crecimiento material no basta, las obras de infraestructura no lo resuelven todo y el urbanismo tiene que replantearse en claves humanistas. En esto se ha enfatizado en Medellín y los ejemplos de acción comunitaria propositiva abundan, así no se propaguen con rapidez y despliegue. Más bien, como decía, tengo la impresión de que el señor de Sousa Santos (entrevistado en EL COLOMBIANO) quiso cuestionar una cierta tendencia de funcionarios en trance de notoriedad que maximizan los avances tecnológicos y las obras físicas, pero se engañarían si se atrevieran a tapar la realidad, porque es tan evidente que perderían del todo la respetabilidad que requieren. La pura autoestima paisa no es vanidad de vanidades y sólo vanidad.