La relación es un milagro
Todo existe en relación y sin relación no existe nada. La relación es una corriente de secreta simpatía que une las partes con el todo, razón de la unidad en la pluralidad y de la pluralidad en la unidad.
La complejidad humana es unidad gracias a la relación, con dos dimensiones fundamentales, cuerpo y alma, distinguibles, no separables, pues la relación les da sentido de unidad en su complejidad.
La relación no es una cosa, es el Espíritu Santo dando vida y sentido a todo. Quien ama, convierte la relación en comunión, que es vivir la espiritualidad, la obra del Espíritu.
“Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30). Jesús es el modelo perfecto de la espiritualidad, de la relación convertida en comunión. El amor es el milagro de hacer unidad de dos, de mí conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios. Vivir con amor es estar moldeando maravillosamente en mi vida mi muerte.
El cadáver no es el cuerpo, sino el residuo que queda en un proceso de transformación radical hacia la plenitud de la vida, que es Dios. Morir es acabar de nacer volviéndome señor del tiempo y del espacio en el eterno presente del Creador.
Al morir mi cuerpo vence las coordenadas espacio temporales. Acontecimiento que me lleva a tratar mi cuerpo como trato mi alma, a tratar mi alma como trato mi cuerpo. El trato no se lo dio a una parte mía, me lo dio yo a mí mismo en mi compleja unidad. Lo que le pasa a mi cuerpo y lo que le pasa a mi alma, me pasa a mí.
Dada mi condición relacional, no hago nada solo con el cuerpo o solo con el alma, lo hago yo, y me afecta a mí en la complejidad de mi unidad. Oro con todo el cuerpo y como con toda el alma. Todo me pasa en cuerpo y alma.
Cada acción mía tiene valor de eternidad. Mi responsabilidad es total. Por eso cuido mi cuerpo con extrema solicitud, pues el trato que le doy a mi cuerpo, me lo doy a mí mismo. Milagro sublime de la relación.
Lejos de la codicia, que recoge, acapara y retiene dañando la relación, me intereso en que mi relación conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios sea de amor.
En la relación de amor, unidad de dos, está el secreto de la grandeza humana .