La revolución es cuestión de conocimiento
Mientras veía pasar la frontera con Colombia a las más de 68 mil personas de Venezuela que vinieron a abastecerse de alimentos básicos y medicinas porque en su país el desabastecimiento es del 80 %, pensaba en lo pasado de moda y anacrónico que caracteriza la mal llamada revolución bolivariana.
Digo mal llamada revolución porque el principal ingrediente de la revoluciones es el conocimiento, la revolución también es una cosa de innovación, como el proceso a partir del cual nace una nueva realidad o una nueva forma de entender y hacer las cosas. Incluso Lenin (A quien por si las dudas, no admiro ni un poquito) echó mano del conocimiento para hacer una Revolución y escribió 12 tomos.
El conocimiento como un acto revolucionario es nuestra principal herramienta para transformar la realidad social, pero nuestro principal reto es hacer uso de nuestras facultades humanas para hacerlo inclusivo.
Las tasas de analfabetismo nos demuestran que estamos muy lejos de la meta, según la Unesco, en el mundo 781 millones de adultos no saben leer ni escribir y dos tercios de ellos son mujeres.
Se estima que en los países del África Subsahariana y el sudeste Asiático el efecto de la educación primaria en las niñas puede reducir el 50 % de los matrimonios precoces y de los embarazos adolescentes en estas regiones que se encuentran dentro de las más pobres del mundo. ¡Eso sí sería una revolución en un lugar del mundo que se ha desangrado de cuenta de guerra civiles y falsas revoluciones!
Colombia no se queda atrás de esta tendencia de feminización del analfabetismo, aunque desde hace 2 años el Gobierno ha iniciado un fuerte programa que busca reducir los índices de 5,7 % al 3,2 %, para convertirnos en una de las naciones de América Latina con mayor número de ciudadanos alfabetizados.
La pregunta que a diario debemos hacernos los ciudadanos y que todo el tiempo debería de estar en la mente de los gobernantes, es a ¿Cuántas personas montan al bus nuestras acciones y decisiones? Mejor aún: ¿Pueden seguir montadas en el bus del desarrollo por un tiempo indefinido?
Esa es la pregunta que estoy segura no se plantearon los líderes de la mal llamada revolución bolivariana. Prueba de ello, es que hoy Venezuela tiene la inflación más alta del mundo. En 2015 fue de un 180 %, según cifras del Banco Central de Venezuela, y el Fondo Monetario Internacional dice que puede llegar al 500 % al terminar este año.