Columnistas

La sonrisa de los pillos

14 de mayo de 2022

Por Luis Abelardo Londoño C. - opinion@elcolombiano.com.co

Desde el mismo día de su captura, no se le quitó al capo Otoniel una sonrisita sarcástica en la cara. Saber que en Colombia casi todo el mundo tiene precio, y que ante un buen fajo de billetes tribunales y cárceles bailarían al ritmo de la melodía que él les pusiera, lo llevó a confiar en que esta vez también se saldría con la suya. Le aparecieron muchos amigos (candidatos, políticos, periodistas) que querían que no enfrentara el implacable sistema judicial gringo. Allá va a sufrir y a pasar frío, pobre. Pero llegó el día en que se le congeló la sonrisa. Topará con una justicia y unas cárceles rigurosas, sin celulares, sin portátil, aunque con la ventaja de que no habrá políticos que le hagan visitas de cortejo.

Hay otro personaje a quien la sonrisita cada vez le estaba saliendo más amplia. Se sabía impune. Ni la justicia ni los entes de control lo paraban. Hacía lo que se le antojaba, hasta impartir con desfachatez clases de ética por Twitter. Miente una y otra vez, difama, contamina todo cuanto toca. Sus funcionarios le aplauden las tropelías y le ríen las gracias cuando burla las normas. Irrespeta a los ciudadanos, insulta a sus contradictores, compra apoyos caros y también a concejales baratos de precio. Celebraba abiertamente su libertad para hacer daños. Él triunfaba cada que la ciudad se hundía de a poco, y más satisfecho salía en sus videos con su impúdica corte de aduladores. Al hacer campaña política y manejar la segunda ciudad del país como una tienda, violó todos los límites. La procuradora decidió actuar, al fin. Lloverán torrencialmente las mentiras petristas y quinteristas. La ciudad tendrá un justo respiro  .