Columnistas

LA TIERRA AÚN SIN DESCUBRIR

01 de febrero de 2016

Por DAVID ROBERTS

redaccion@elcolombiano.com.co

El mundo de la exploración polar está en duelo por la muerte de Henry Worsley, cuyo intento por cruzar la Antártida solo y a pie fracasó a apenas 30 millas de su meta.

Sin ser extraño de la Antártida, Worsley, de 55 años, había vuelto sobre los pasos de Sir Ernest Shackleton, quien se detuvo en 1909 a unas meras 97 millas del Polo Sur, y de Roald Amundsen, quien en 1911-12 lideró el primer equipo en llegar al polo.

La más reciente expedición de Worsley, su tercera y más ambiciosa, estaba diseñada para cumplir el sueño de Shackleton, su héroe, cuya meta entre 1914 y 1917 de atravesar la Antártida fue condenada al fracaso cuando su barco quedó atrapado y fue aplastado por el hielo antes de que el equipo pudiera llegar al continente.

La travesía solitaria de Henry Worsley era una extenuante y peligrosa, ya que enfrentaba la amenaza diaria de grietas ocultas y tormentas violentas que lo podrían atrapar en su carpa. La tendencia hacia marcar récords ha superado lo que una vez se llamaba exploración. Escaladores suben a los picos más altos en cada continente más rápidamente que cualquier otro antes que ellos. Voladores en traje aéreo buscan el récord de tiempo en el aire. Remeros transoceánicos buscan cubrir la máxima distancia posible.

Además los aventureros polares de hoy inevitablemente eluden el riesgo manteniendo comunicación constante con equipos de apoyo que están listos para venir a su auxilio. Worsley envió su mensaje de resignación al mundo via teléfono satelital, citando a Shackleton, quien lamentó haber alcanzado su límite antes de llegar al Polo Sur.

La llamada de Worsley dio comienzo a un rescate aéreo. No murió en el hielo, sino en un hospital del sur de Chile cuando los médicos no pudieron revertir un caso fatal de peritonitis. Su muerte se reportó la semana pasada.

Estos esfuerzos épicos por lograr ‘primeros’ parecen haber opacado la verdadera exploración que está teniendo lugar alrededor del mundo. Espeleólogos están viviendo su propia edad de oro, ya que las grutas subterráneas más grandes y profundas aún no han sido descubiertas. En la espeleología seria, no hay comunicaciones por teléfono satelital cada hora, no hay rescates con avión o helicóptero. Con razón entonces a los mejores espeleólogos no les interesan récords de velocidad o resistencia. Ellos están ocupados tratando de encontrar lo que yace bajo tierra.

Los cenotes de Yucatán, aún en su mayoría sin explorar, han provocado a algunos de los mejores espeleólogos a rondar por estos horribles laberintos subterráneos. Hoy en día la espeleología es discutiblemente la actividad más peligrosa en aventuras terrestres.

Los ríos menos navegables del mundo también están a la espera de sus primeros descensos. Los navegadores aún no se le han medido, por ejemplo, a las aguas de los ríos Heilongjiang o Songhuajiang en China.

En cuestión de alpinismo los medios noticiosos se enfocan hasta el cansancio en el Everest. Pero hay montones de cimas nunca escaladas en Alaska, Groenlandia y China occidental. En otoño pasado, dos de los mejores escaladores del mundo, Conrad Anker and David Lama, se lanzaron a Lunag Ri, una cima jamás escalada en la frontera de Nepal y Tibet. Frío extremo y diabólicos muros de granito frustraron sus esfuerzos más valientes. La cima sin escalar más grande del mundo, Gangkhar Puensum de 24.830 pies, está protegida por la prohibición de Bután de escalar las montañas sagradas del país.

Escaladores, como espeleólogos y balsistas, no se preocupan por si sus expediciones son “útiles”. Es la búsqueda de conocimiento y aventura lo que los anima.

No hay parte de la tierra que haya sido menos explorada que las profundidades de los grandes océanos.

La Fosa de las Marianas en el Pacífico occidental envuelve un valle en forma de ranura a más de 36.000 pies por debajo de la superficie, el punto más profundo del cual hay conocimiento en la tierra. Osados sondeos en 1960 y 2012 enviaron buzos al fondo en submarinos de gran profundidad. Pero gran parte de la zanja sigue siendo un misterio. Lastimosamente la exploración en las devastadoras profundidades del océano podrá ser más una tarea para sumergibles de control remoto que para exploradores humanos.

En todo caso, los últimos rincones desconocidos de la tierra están a la espera de ser descubiertos.