la tragedia más tiempo no es comedia
Por Wilson Daniel Ortiz Lopera
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencia Pol., 8° semestre wdortizl@unal.edu.co
Colombia es una sociedad que ha privilegiado los roles de género desde una perspectiva machista, conservadora y violenta. Ha gozado de un recuento infame de violaciones, acosos, maltratos, atentados y represiones sobre el cuerpo y la autonomía de la mujer. Claro está, corresponde al sistema educativo y a una buena práctica puericultora, corregir las conductas inadecuadas que asumen los varones a todo nivel y a todas las edades.
El presente texto, además de reconocer a la mujer como víctima primaria de esta tragedia, plantea algunos comportamientos femeninos que favorecen la consolidación de una cultura que cosifica y aliena a la mujer.
Coexiste una tendencia sociológica de algunas mujeres a permitir abusos, maltratos o sexo no placentero a cambio de recibir las condiciones materiales o sicológicas para subsistir o sobresalir. De este modo, se sella un pacto, entre quien domina y quien es dominado. Una transacción de placer a cambio de poder que reduce las relaciones humanas a una desviación moral que asume a la mujer como mercancía para ser exhibida.
De hecho, es una constante encontrar mujeres jóvenes en relaciones de dependencia económica y sicológica hacia hombres 10 o 20 años mayores que ellas, mujeres que utilizan su belleza y sus agendas sociales para obtener rápidamente lo que por mérito no pueden alcanzar, mujeres incapaces de decir NO a hombres poderosos, y mujeres que a pesar de tener senda formación universitaria, desconocen y menosprecian el pensamiento feminista.
Se debe desmontar la primacía del narcicismo y del arribismo en la crianza de algunas mujeres colombianas, debido a que estas conductas favorecen el dominio de aquellos que históricamente han ostentado el poder: los hombres. Se requieren mujeres trabajadoras, decentes, seguras, dignas, infranqueables, incorruptibles, insumisas, con un ejercicio libre pero responsable de su sexualidad y que eduquen a sus hijas para ser contestatarias frente a un sistema social pervertido.
Al tratarse de la dignidad humana y del futuro de nuestras niñas, por más tiempo que pase, los asuntos de género nunca serán una comedia, o una mera preocupación existencial de algunos radicales.
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