Columnistas

Las noticias y las cifras de violencia

25 de junio de 2018

Los datos sobre la violencia producen noticia. Las cifras son utilizadas para brindar cuentas y hacer anuncios de incrementos o caídas en la incidencia de la delincuencia: que subió el robo 10 por ciento; que en abril se presentaron 1.247 homicidios y en mayo fueron 2.235; o que la violencia sexual se disparó. Las cifras son atractivas: facilitan la comparación y brindan dimensión a los fenómenos. O, al menos, eso es lo que nos dicen...

Indudablemente, las cifras son útiles para adquirir conocimiento sobre los fenómenos de violencia. Sin embargo, son un medio bastante parcializado y, a menudo, no cuentan lo que nos dicen que cuentan. Los datos son claves, pero sólo cuando sabemos qué es lo que cuentan y cómo lo han contado.

Los detalles de las cifras pueden resultar engorrosos; sin embargo, como son tan importantes para evaluar ciertas situaciones, vale la pena reflexionar sobre su composición.

Tomo como ilustración la distorsión de la información presentada hace unas semanas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en relación con la violencia sexual en contra de menores de edad.

Múltiples medios de comunicación registraron un “alarmante aumento de la violencia sexual contra menores” como titular. Según estos, Medicina Legal reportó “un aumento del 23 por ciento de los casos de violencia sexual contra menores de edad entre enero y abril” de este año.

El problema es que eso no es lo que revelan los datos del Instituto. Las cifras presentadas se refieren a los dictámenes médico-legales que la entidad registró. Ese dato no es equiparable al número de casos acontecidos. Lo único que ilustra el aumento reportado es que más niños y niñas fueron examinados por un médico (que produjo un reporte) en abril que en enero. La diferencia puede responder a múltiples factores, incluyendo que en enero había menos médicos (puntos de atención) que en abril. El incremento en el registro de dictámenes no puede ser técnicamente atribuible a una mayor incidencia de la conducta.

No hay duda de que la incidencia de la violencia sexual en contra de menores de edad es crítica, como afirmó el director del Instituto. Pero la gravedad de la situación no se deriva del aumento de los dictámenes sexológicos, sino de la altísima prevalencia de violencia sexual en contra de menores de edad y el hecho de que la gran mayoría de casos no son detectados. En la estadística oficial, la violencia sexual es fundamentalmente invisible.

Este tipo de conducta no varía de mes a mes, ni de año a año. Su comportamiento es bastante estable y alarmantemente desconocido. Lo que varía es la disposición de la población a denunciar, la capacidad de registro que tienen las entidades, o la atención que estas brindan a un fenómeno, a una zona, o a un sector de la población (por ejemplo, los niños y las niñas que permanecen bajo la custodia del Estado).

Si el volumen de casos que reportó Medicina Legal como resultado del registro de dictámenes médico legales practicados en abril (2.066) parece alto, es hora de hacer algo. Ese registro es una diminuta fracción de los casos que acontecieron durante ese mes. Los técnicos lo saben, pero a nadie parece importarle. El incremento reportado no es la noticia. La noticia es que la prevalencia de los delitos sexuales es elevadísima y nadie hace nada.