Las urnas en el norte
No existen, en este 2020 que apenas arranca, unas elecciones más importantes que las presidenciales estadounidenses de noviembre. Y en ellas, aún con un proceso de destitución en curso en el Congreso y un Medio Oriente en llamas, Donald Trump tiene altísimas posibilidades de ser reelecto.
Cómo era de esperarse, el impeachment en contra del multimillonario racista, impulsado por el partido demócrata a raíz de los ilegales movimientos del Ejecutivo con Ucrania, ha solidificado el apoyo republicano al mandatario. Las filas conservadoras se han cerrado en torno a la Casa Blanca y le han brindado un espaldarazo a un presidente que insiste en vender todo el entramado jurídico de sus irresponsabilidades como una cacería de brujas. Y aunque evidentemente no lo es, porque está comprobado que él y sus asesores realizaron actos diplomáticos no permitidos, el discurso de perseguido le genera enormes réditos.
Los demócratas tenían claro que convertir a Trump en el tercer presidente estadounidense de la historia en ser sometido a un juicio de destitución generaría un aumento en la popularidad del mandatario, principalmente en su base más fuerte, y a su vez, en un apoyo de los republicanos inconformes que prefieren conservar el poder que critican antes que entregárselo a los liberales. Aún con estas cartas claras, Nancy Pelosi, la demócrata presidenta de la Cámara, insistió con el proceso: la apuesta es dejar a Trump manchado para la historia como un político corrupto, amigo de maniobras oscuras y tramposo. No importa que el impeachment no prospere. Ahora hay que sumarle el ataque a Irán. La fuerza bélica siempre vende entre el electorado.
Con ese oficialismo fortalecido la oposición recorrerá los meses que van de acá a las presidenciales de noviembre en búsqueda de su mejor candidato. Las primarias demócratas tendrán que darle la papeleta a un político con verdaderas posibilidades de triunfo. Hoy, el podio para esa carrera lo tienen el exvicepresidente Joe Biden y los socialistas Bernie Sanders y Elizabeth Warren, en ese orden de apoyo, según las encuestas.
Enfrentar a Trump con discursos moderados como el del segundo de la era Obama parece insuficiente. Es probable que sea la oportunidad de apostarle a algo realmente nuevo para derrotar a la extrema derecha. Paradójicamente los cuatro años desgraciados de la era Trump pueden ser los que posibiliten un viraje hacia la izquierda en el centro del capitalismo mundial.