Leoluca Orlando en Medellín
Leoluca Orlando, el alcalde antimafia de Palermo, Italia, estará de visita oficial en Medellín la próxima semana. Llega en un momento importante en la vida de esta ciudad, cuando muchos sectores perciben que el “modelo Medellín” se ha agotado, y que es necesario repensarlo. Llega también en un momento en el que muchas personas son conscientes de que la lucha contra el poder mafioso requiere una mejor estrategia, que alcance también una verdadera transformación cultural.
No hay un líder político en Italia que haya combatido y denunciado con más fuerza y coraje al poder criminal de la mafia. No le tembló el pulso a Leoluca Orlando cuando una y otra vez declaró que en muchas ocasiones la mafia tenía el rostro de la institucionalidad. No le tembló la voz cuando acusaba al entonces primer ministro de Italia, Giulio Andreotti, de ser el garante de los intereses mafiosos en Sicilia. Lo hacía con decisión y fuerza, porque con sus denuncias Orlando quiso sacudir la conciencia dormida de sus conterráneos, y al mismo tiempo darles espacio, voz y respaldo a los sicilianos honestos que estaban cansados de ser humillados por la arrogancia, la prepotencia y la violencia mafiosa.
Porque el daño más grande que hizo la mafia no fue solamente el dinero y los votos que se robó, o los homicidios que cometió, ni su imperio de corrupción, el daño más grandes quizás ha sido ablandar las conciencias de los sicilianos. Durante décadas en Palermo no hubo democracia, o libre mercado, o libertad de expresión y de participación, porque la única ley era aquella infligida por la mafia.
Fue perpetuando el silencio, tolerando su poder, además que pidiéndole favores, que los sicilianos terminaron favoreciendo al poder de la mafia. Porque el código de la mafia terminó coincidiendo con el de la sociedad. Por eso, un movimiento social urbano, del cual Orlando fue inspiración y la cabeza más visible, se propuso denunciar abiertamente las relaciones entre mafia y política, crear una nueva conciencia entre los ciudadanos, rompiendo la identidad cultural entre ser siciliano y ser mafioso. A la ley del silencio, Orlando contrapuso la denuncia abierta. Había que hacer ruido, mucho ruido.
Había también que volver conveniente para los sicilianos elegir la vía de la legalidad. Por eso, como alcalde, Orlando se dedicó a la promoción de los liderazgos positivos, haciendo de la educación y la cultura, los ejes centrales de su gobierno, y cerrándoles a la mafia y a sus intermediarios la posibilidad de controlar la contratación pública. Fue esta visión que en los años ochenta generó lo que en el mundo se conoció como la primavera de Palermo.
Tengo el honor de conocer a Leoluca Orlando desde hace casi treinta años, de poderlo llamar mi mentor, maestro y amigo. Tuve la extraordinaria oportunidad de trabajar a su lado en los años noventa, y nuestra cercanía y colaboración siguen todavía hoy en día. Me emociona que Leoluca Orlando haya aceptado con entusiasmo la invitación del alcalde Federico Gutiérrez de visitar Medellín. ¡Que sea este un momento de construcción de ciudad!.