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Léxico familiar

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13 de octubre de 2016

Yo creo que ante la incertidumbre lo mejor es leer. Leer para apaciguar un poco la vida, para distanciarse de las cosas y pensarlas mejor. Para descubrir que una respuesta puede estar en medio de una conversación irrelevante de una novela, en un soneto, en una narración bien leída en voz alta. Lo confieso. A mí me cansa fácilmente el país. Cuando eso me pasa, me pongo a leer, así como otros comen helado cuando están ansiosos o rezan para buscar consuelo. Cuando yo leo, casi siempre recupero la esperanza, vuelvo a creer, pienso que aquello que era grave no lo es tanto y aquello que más o menos me preocupaba desaparece en la medida que paso las páginas y trato de entender la vida de las historias.

Ante esa incertidumbre, la semana pasada leí un libro que quería leer desde hacía mucho tiempo: “Léxico familiar”. Desde que Héctor Abad Faciolince dijo que ese libro le había servido para escribir “El olvido que seremos”. Lo busqué donde suelo buscar los libros imposibles. Ningún resultado, apenas el consuelo de encontrar otros que no estaba buscando pero que fui sumando a la lista de libros que no habían llegado pero que, conociéndome como me conozco, pronto llegarían. A veces es bueno adelantarse a lo que uno no sabe va a necesitar en el futuro literario.

En buena hora Lumen volvió a editar en español este libro que, como la misma autora dijo, “aunque esté basado en hechos reales, me gusta pensar que Léxico familiar va a leerse como una novela, pidiéndole a este libro todo lo que solemos pedir a la ficción”. Así lo leí y el placer que sentí entre página y página fue igual que cuando fui leyendo los libritos que encontré de ella en español: “Las palabras de la noche”, “El camino que va a la ciudad”, “Las pequeñas virtudes”, “Querido Miguel”.

¿Y por qué me ha gustado tanto esta autora y por qué me gustó “Léxico familiar”? Porque Ginzburg tiene la capacidad de mostrarnos con una sencillez asombrosa su vida, la de su familia y sus más íntimos recuerdos, mientras se agita la terrible ola fascista en Italia y tanto la tranquilidad como las palabras desaparecen. Varios parientes de ella, incluyendo su padre y su hermano Alberto fueron detenidos. Este último compartió celda con Giulio Einaudi y Cesar Pavese, dos personajes que serían muy importantes en la vida de esta escritora italiana que este año, justamente, cumple cien años de haber nacido. Años más tarde su primer marido, Leone Ginzburg, de quien ella conservó su apellido a pesar de volverse a casar, murió en una cárcel en Roma durante la ocupación alemana.

Al terminar de leer este libro, uno entiende por qué fue un modelo para Héctor Abad. Tanto “Léxico familiar” como “El olvido que seremos” son inolvidables, nos hacen creer que eso tan esquivo que es el futuro puede ser posible a pesar de la guerra y la barbarie.