Columnistas

LEYES ANTIGUAS, PROBLEMAS MODERNOS

21 de abril de 2015

El considerar sagradas las vacas podrá ser cliché en la India, pero es un sentimiento profundo, enraizado en la historia del hinduismo. En Mumbai uno frecuentemente puede ver mujeres que venden pasto para darle de comer a la vaca que llevan consigo, por unos pocos rupis, y la donación es no solo una bendición, sino también la oportunidad de sentirse conectado con las raíces campesinas del país. La vaca se asocia con Krishna, pastor de vacas, y es considerada una figura materna por la leche que da. Uno no entra a un McDonald’s en la India esperando ordenar una Big Mac.

Y sin embargo la carne de res por mucho tiempo ha estado disponible en varios restaurantes de Mumbai, desde la hamburguesa en el icónico Café Leopoldo hasta el tuétano de hueso al curry en comederos de barrios musulmanes. Esto refleja la adaptación necesaria en una ciudad, y un país, con tan extraordinaria diversidad de religión, cultura y riqueza.

Pero el mes pasado esto cambió. Los platos que contienen carne de res fueron removidos de las cartas cuando Maharashtra, el segundo estado más poblado del país, que incluye a Mumbai, extendió la prohibición del sacrificio de vacas a toros y bueyes, e hizo la venta de carne de res castigable con hasta cinco años de cárcel. Unas semanas después, el estado de Haryana aprobó una legislación similar. La oficina del Primer Ministro Narendra Modi sugiere que dichas leyes son modelo para que otros estados las imiten.

Las leyes han afectado a mucho más que restaurantes. Miles de carniceros y vendedores, su sustento interrumpido abruptamente, han protestado en Mumbai. La industria del cuero está en crisis. La carne de res se consume no solo por musulmanes hindúes y cristianos, sino también muchos hindúes de baja casta, para quienes es una fuente esencial de proteína económica. Los pobres no malgastan nada, desde tripas hasta sangre coagulada, mientras su religión pragmáticamente se hace la ciega. Estudiantes parias de baja casta y otros han organizado festivales de carne de res para protestar la violación a su cultura e identidad.

Con la reciente re-criminalización del sexo entre homosexuales, la prohibición de libros y películas controversiales y hasta un mandato contra el uso del nombre de la era colonial “Bombay” en lugar de “Mumbai” en una canción de Bollywood, las nuevas leyes se suman a una lista creciente de restricciones a la libertad personal en la India. La policía en la ciudad de Malegaon ya ha arrestado a tres hombres musulmanes acusados de la matanza de terneros, y ordenaron a los dueños de ganado presentar fotos de vacas y toros a un registro de ganado, para crear una base de datos en caso de que alguno desaparezca.

La ley Maharashtra había estado en el limbo, esperando la firma del presidente de la India por 20 años, pero fue resucitada solo después de que el partido nacionalista hindú Bharatya Janata volviera al poder el año pasado. Esto sugiere que su verdadero propósito es apelar a la base política del partido.

Algunos políticos hindúes de línea dura insisten que la idea de comer res fue introducida por invasores musulmanes, a pesar de que se hace referencia a su consumo en textos antiguos como los vedas, escritos más de un milenio antes de la época de Mahoma. Al erradicar esta práctica alienígena, esperan que el país regrese a los valores que tanto aprecian como hindúes.La motivación sí tiene posición en la historia. De hecho encaja perfectamente con una teoría del origen del tabú a la carne de res que el antropólogo Marvin Harries propuso hace casi cinco décadas.

Harris observó que más importante que su valor como productoras de leche, el ganado en la India formaba la columna vertebral de la agricultura en pequeña escala. Eran usadas para arar los campos, producir estiércol para combustible y fertilizantes y producir terneros para surtir la manada. Notó que una familia que consumía su ganado durante años de sequía y hambruna no podía recuperarse después. Había perdido la manera de labrar la tierra. A través de los años, granjeros que preservaron su ganado eran los que sobrevivían, llevando a que esta práctica gradualmente fuera codificada como religión.

Este drama aún se está desenvolviendo en Maharashtra, que en años recientes ha pasado por una sequía persistente y devastadora. Aunque las normas religiosas aseguraban que un granjero ya no podía consumir su ganado, aún podía sucumbir ante el equivalente moderno: venderlo para la matanza, normalmente a precios despreciables. La prohibición a la res, entonces puede ser interpretada como una extensión de la proscripción religiosa: No comerás ni venderás vuestro ganado.

Desafortunadamente la situación en Maharashtra ha deteriorado más allá del punto donde tal prohibición ayudará. Gobiernos previos han despilfarrado miles de millones de dólares en esquemas fallidos de irrigación, a medida que promueven cultivos que requieren de mucha agua en áreas donde hay sequía.

Los granjeros están desesperados: en promedio desde el 2011 ha habido cuatro suicidios de granjeros de Maharashtra por día. En lugar de proscripciones antiguas, lo que necesitan es una red de seguridad financiera y políticas agrícolas responsables para poder manejar la actual situación y los cambios climáticos probablemente peores que vendrán.

La civilización de la India ha evolucionado a través de los siglos para incluir a múltiples comunidades diversas con intereses competidores. A pesar de su constitución secular, la India sigue siendo sorprendentemente desigual. El gobierno tiene que hacer cualquier esfuerzo necesario para equilibrar los sentimientos mayoritarios con las necesidades minoritarias. Esto es lo que hacían las leyes anteriores que prohibían el sacrificio de las vacas, mas no los toros. Imponer ideales de un pasado mítico no es la respuesta. La verdadera lección para aprender de la historia es cómo las metas utilitarias pueden darle forma a las costumbres religiosas. El hinduismo siempre ha sido una religión pragmática; lo que la India de hoy necesita es adaptación.