¿Libertad o autoridad?
Por
Felipe Nieto Palacio
Universidad de Antioquia
Ciencia Política, tercer semestre
felipenieto8@hotmail.com
Para el filósofo Isaiah Berlin, el pensamiento político moderno estuvo atravesado por esta pregunta: “¿Cómo reconciliar el deseo de la libertad del hombre con la necesidad de autoridad?”.
Los individuos aspiran a hacer lo que se les antoje, sin que alguien se los impida; pero, a su vez, para vivir en sociedad, se precisa de una autoridad que mantenga a raya a los hombres que entorpecen y frustran la vida de otros.
Thomas Hobbes, uno de los primeros en abordar este dilema, creyó que el hombre es pérfido y salvaje por naturaleza, lo que lo llevó a sostener que una fuerte autoridad, acompañada de una pequeña libertad individual, sería necesaria para mantener la paz.
John Locke consideró improcedente fallar a favor de una excesiva autoridad, pues los derechos individuales son necesarios para crear la sociedad política. La limitación del poder estatal se hace en virtud de los derechos, como la propiedad, la vida y la libertad.
La originalidad de Rousseau, asegura Berlin, se encuentra en la manera como asumió el dilema entre libertad y autoridad, completamente distinta a lo hecho por sus antecesores. Para Rousseau, no se trata de llegar a un acuerdo entre valores opuestos, pues libertad y autoridad son uno solo. Cuanto más libre es el hombre, más obediente es ante la autoridad. Esto es coherente en tanto son los mismos individuos los que se imponen las cadenas que los restringen.
Las leyes, según Rousseau, al ser producto de todos los hombres, no significan una imposición que atenta contra la libertad, sino que, al ser expresión de la voluntad general, no son más que la plena manifestación de la libertad.
Los últimos meses del 2015 han sido atroces. Lo sucedido en Siria, Francia, Malí, Turquía, etc., ha puesto en alerta a los gobiernos. Se decretan estados de emergencia para realizar pesquisas y allanamientos, con el objetivo de encontrar a los responsables y evitar más ataques. Pero esto trae consigo consecuencias: libertades y derechos se verán afectados.
En efecto, la pregunta célebre del pensamiento político moderno adquiere importancia en nuestros días. La solución de esta paradoja, desafortunadamente, no está en la originalidad de Rousseau, pues la sociedad que pensó no se acopla a las dinámicas del siglo XXI. La pregunta está servida: ¿Libertad o autoridad? .
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