Columnistas

Líderes en espiral

07 de agosto de 2017

La base de toda investigación científica es la observación del comportamiento del universo. En su libro El pensamiento en espiral el escritor Victor M. Gavilán Pinto, logra describir como la observación detallada de nuestros antepasados sobre los elementos que conforman el sistema solar dieron origen al calendario y al cálculo del tiempo, al estado del hombre a través de los ciclos lunares y la actividad productiva, económica y social basada en la observación y planificación de las estaciones climáticas.

Esas observaciones han concluido que todos estamos atados unos a otros a través de fuerzas que hacen que nos acerquemos o nos alejemos. Pero siempre vinculados. Por ejemplo, los campos magnéticos terrestres traspasan toda materia, todo organismo, toda planta y toda piedra. Todo lo que hay en la Tierra está sometido a la influencia del polo negativo y positivo, a nuestro natural campo magnético.

Pero no todo en la Tierra está en equilibrio. Es natural que tengamos procesos estables e inestables que dependan del azar. Inclusive la Teoría del Caos plantea todo lo contrario, es decir, para alcanzar procesos estables primero debemos pasar una gran etapa de desorden y desequilibrio. Girar alrededor del sol de manera aparentemente estable nos costó muchos millones de desordenados años, a diferencia del clima, cuya naturaleza es ser impredecible, pues depende del acoplamiento y coincidencia de muchos factores como la humedad, evaporación, temperatura, vientos y presión atmosférica en un lugar y momento determinado.

La conciencia en espiral invita al crecimiento social y económico a partir de los movimientos cíclicos naturales de la Tierra, es decir, volver periódicamente a la cuna, reflexionar y crecer, no de manera lineal como nos lo habían enseñado.

Podría decir que como geólogo y humanista he pasado mi vida intentando comprender el mundo en que vivimos, y con la actual revolución de las comunicaciones, hemos llegado al final de la llamada “ciencia convencional” donde las aproximaciones lineales y deterministas han terminado, dándole paso al pensamiento circular.

Hemos ingresado al surgimiento de una conciencia en espiral con una diversidad de sistemas en desequilibrio, con altas incertidumbres que invita a un diálogo (para nuestro relacionamiento) reflexivo para crecer comenzando de nuevo. Una nueva sociedad del Siglo XXI que distingue lo verdadero de lo falso y con capacidad de identificar los problemas sistémicos que nos atan para enfocarse solamente en soluciones reales.

La realidad es una mezcla de orden y desorden. El Universo funciona de manera caótica y de manera ordenada, desde un ciclo caótico nacen las estructuras más estables y ordenadas. El caos y el azar son también elementos propios en la naturaleza de las cosas, según, Gavilán, el científico belga Llya Prigogine, premio Nobel de Química del año 1977, mayor exponente de los sistemas alejados del equilibrio, desde sus trabajos sobre la termodinámica.

Para Llya, la teoría del caos sustenta que nuestro mundo no sigue el modelo de un reloj, que puede ser previsible y determinado, sino que vive y se desarrolla en medio de sistemas dinámicos estables, y otros inestables y otros totalmente caóticos como el comportamiento de las capas tectónicas, volcanes, terremotos o tsunamis. El mundo en que vivimos, así como nuestro sistema solar, tiene comportamientos desordenados. Como la expansión del Universo, cometas, esteroides o alineamientos planetarios. Los ritmos cardiacos también pueden ser comportamientos desordenados, los sistemas económicos que dependen del clima, las epidemias, o el crecimiento de generaciones y poblaciones desordenadas en países en desarrollo.

El pensamiento en espiral o la conciencia en espiral permite crecer mediante la reflexión de volver al inicio del proceso para ajustar lo que no está en su lugar. Es el origen de la ahora llamada economía circular.

Para esta nueva etapa de Colombia, el país necesita líderes con capacidad de volver al origen y crecer juntos como un espiral.