Los malos todavía saben mucho
“Lastimosamente la historia mala de este país se está contando desde las cárceles, por personas como yo”. Esa fue la respuesta, hace algunos años, de Hernando Gómez Bustamante, alias “Rasguño”, cuando le preguntaron por qué había que darle credibilidad a su testimonio. Lo más triste es que hay certeza en su respuesta. Delincuentes temibles como él son quienes conocen la verdad de lo que hay al interior del crimen en el país.
Desde luego, no hay que desconocer que en ocasiones sus versiones son tergiversadas para favorecer sus propios intereses o a presiones de otras personas. Estos bandidos buscan un beneficio económico o jurídico.
El caso de Álvaro Gómez es un típico ejemplo. El país, aún, no sabe qué paso y seguramente tendremos que esperar unos cuantos años más para conocer la verdad, como en los casos de Galán o del Palacio de Justicia. El caso de Gómez vuelve a ser recordado, por el reciente asesinato del abogado Ignacio Londoño, amigo defensor de grandes capos de la mafia como “Rasguño”. Tras su reciente muerte se llevó a su tumba mucha información y, ahora, la impunidad aparece a la vuelta de la esquina.
Londoño se movía como Pedro por su casa en su ciudad natal, Cartago. De allí han salido temibles asesinos: los Henao, los Urdinola, los Patiño, Los Fómeque, entre otros. Londoño tenía mucho qué contar, como aquella vez en la que “Rasguño” le ordenó y le facilitó su helicóptero para que se entrevistara en Urabá con Carlos Castaño. Fue allí donde se empezó a hablar del crimen de Álvaro Gómez. Lo más extraño es que la justicia nunca vinculó a Londoño al proceso de Álvaro Gómez. Como aseguró el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal en su blog el Jodario: “Londoño sabía mucho de muchas cosas”.
Es doloroso que el magnicidio de Gómez quede en la impunidad y que la justicia no haya hecho nada por esclarecerlo, dejando la duda perversa de intereses políticos del más alto nivel o de un crimen de Estado. A Álvaro Gómez, con quien compartí personalmente varias veces, jamás le oí conspirar contra el régimen. Solamente un día que lo acompañé con Rodrigo Marín Bernal al Noticiero 24 Horas, le escuché señalar que estudiantes, militares y políticos se podrían movilizar en contra del régimen.
Recuerdo aquella vez que me llamó Ernesto Samper para que le aceptara la suplencia al Senado, que encabezaba Rodrigo Marín Bernal. Me aconsejó que me pusiera a estudiar sobre el tema del narcotráfico, sus consecuencias sociales y la extradición, mientras él se dedicaría a trabajar en la Constituyente de 1991, y Marín Bernal manejaría las relaciones del alvarismo con el gobierno de César Gaviria. No hubo tiempo de actuar porque nos revocaron el mandato.
De esa experiencia cercana me quedan gratos recuerdos con Álvaro. Él dibujaba caballos en movimiento y me regaló uno de esos dibujos. La muerte de ese hombre que prometía grandes cosas para el país, sigue en espera de que los malos cuenten la verdad. Quedan pocos, pero con seguridad, esos todavía saben mucho.