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Los Papeles de Panamá: algunas verdades detrás de un escándalo

10 de abril de 2016

Se llama Niue. Su nombre es tan desconocido como el lugar que ocupa en el mapa del mundo. Los navegantes la conocen con el nombre de la Roca de Polinesia. Es una pequeña isla coralina de apenas 260 kilómetros cuadrados situada en el sur del océano Pacífico. Tiene unos 4.000 habitantes que viven del turismo, el cultivo de maracuyá, miel y coco y la venta de sellos postales y monedas raras. Ni siquiera pertenece a la ONU.

Su existencia empieza a conocerse gracias al escándalo de los Papeles de Panamá, la filtración de documentos confidenciales de la firma de abogados Mossack Fonseca que ha mostrado al mundo cómo jefes o exjefes de Estado, dirigentes políticos, estrellas del cine o del deporte, narcotraficantes, vendedores de armas, grupos terroristas o personas adineradas usan los paraísos fiscales para ocultar su riqueza, lavar dinero, eludir sanciones legales o evadir impuestos.

Niue es uno de esos paraísos y fue una de las sucursales más rentables del bufete de abogados panameño. En 2001, sus socios ya ganaban tanto dinero con el registro de empresas de papel que contribuyeron con el 80 % al presupuesto anual de la isla, según los documentos revelados por el diario alemán Sueddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

Los paraísos fiscales son casi siempre, como Niue, pequeños países con leyes bancarias laxas como Bahamas, Curazao, Anguila, Barbados, las Islas Caimán, Belice, Luxemburgo, Macao o las Islas Vírgenes. También, países más grandes, como Panamá, o ciudades que se han convertido en grandes centros financieros internacionales como Hong Kong o Londres. Algunos, como el Reino Unido o Irlanda, no aparecen en las listas, pero sus imposiciones tributarias son casi inexistentes para “personas con domicilio en el extranjero”, una fórmula legal que cobija a muchos potentados residentes en sus territorios.

Los beneficiarios de los paraísos fiscales no son solo empresarios acaudalados que no pagan impuestos. También son grandes corporaciones multinacionales como AIG, Amazon, Apple o Pepsi, que establecen acuerdos con un país para evadir miles de millones de dólares en impuestos, como ocurrió en 2014 en Luxemburgo. En otros casos, son países en guerra, como Ucrania o Siria, que necesitan crear sociedades de papel para aprovisionar sus ejércitos de armamento y municiones.

El problema de los paraísos fiscales es tan complejo que el gobierno de Estados Unidos encontró en un solo edificio de las Islas Caimán 18.000 compañías de papel, con domicilio legal, que servían de fachada para realizar operaciones financieras poco transparentes.

Cientos de miles de compañías similares aparecen registradas en Delaware, Nevada y Wyoming para evadir impuestos más altos en otros estados de la Unión. Solo en Delaware, un pequeño estado cercano a Washington, están registradas 945.000 compañías de papel. Esto quiere decir que los multimillonarios de Estados Unidos no necesitan abandonar su país para esconder sus fortunas.

Según los expertos que han analizado parte de los 11 millones de documentos confidenciales del bufete de abogados panameño, los métodos usados para ocultar las transacciones ilegales son tan diversos que resisten una clasificación. Los más comunes son la creación de empresas fantasma; el comercio de acciones y bonos al portador; el lavado de dinero sucio; las operaciones de evasión de sanciones internacionales y las maniobras para esconder dinero de las autoridades fiscales de un país usando cuentas bancarias en otro.

El presidente Barack Obama resumió con lucidez la doble moral detrás del escándalo: “Mucho de todo esto es legal y ese es precisamente el problema”. El abogado Ramón Fonseca Mora, socio del bufete de abogados panameño, lo hizo con otras palabras: “Les garantizo que hay más dinero sucio en Nueva York y Londres que en Panamá”.