Los Parques Educativos como políticas públicas
Para nadie es un secreto que Medellín y Antioquia en general, han hecho apuestas significativas por los temas educativos, sobre todo en el último decenio. Parte importante de los recursos ha permitido mejorar significativamente la calidad de los espacios destinados a formación, que en un contexto como el nuestro no solo son necesarios, sino que aún son insuficientes, dadas las altas brechas sociales y territoriales.
La educación, como una ruta de desarrollo local, ha permeado favorablemente en la cultura de muchos actores sociales –empresarios, académicos y líderes cívicos, entre otros- que desde sus prácticas se han vinculado a una suerte de “pacto colectivo” para una educación de calidad y pertinente con las necesidades territoriales. Esta concepción articuladora ha estado presente, entre otras propuestas, en la creación de los Parques y Ciudadelas Educativas de Antioquia. Proantioquia y muchas de las Fundaciones Empresariales, se han sumado de tiempo atrás a convocatorias por una mejor educación para todos.
Para reconocer la importancia de estos espacios, es fundamental recordar que la propuesta de los Parques fue una construcción colaborativa, a manera de concurso, que vinculó a diversos sectores de los municipios postulados para ser sedes de estos espacios, logrando niveles de apropiación realmente significativos. Según los informes de gestión de la Subsecretaría de Parques Educativos, durante 2015 se desarrollaron 5.864 actividades de movilización social con 196.000 ciudadanos participantes, así como una importante programación educativa y cultural, que incluyó formación técnica con el Sena e implementación de jornada única, entre otros, logrando llegar a una ocupación promedio mensual de 485 horas.
Localmente, a diciembre de 2015, se habían aprobado 71 acuerdos municipales para definir los niveles de articulación y corresponsabilidad técnica y financiera de los municipios ganadores de los Parques, logrando además instalar 80 mesas de trabajo municipal para acompañar el proceso de dinamización y operación de estos espacios en cada municipio.
Estas cifras dejan ver la importancia de abrir espacios de intercambio ciudadano que promuevan la educación para todos, así como de encuentro para el ejercicio de una ciudadanía activa. Justamente desde esta perspectiva de uso y apropiación, los Parques deben pensarse como políticas públicas contundentes que son, por definición, acciones colectivas que se preocupan por dar solución a un problema de interés ocupándose de acciones más que de discursos.
Es necesario reconocer esta dinámica, que trasciende los gobiernos, como condiciones que hoy permiten a los municipios sedes de Parques tener una oferta para la apropiación del conocimiento, el emprendimiento, la cultura y la educación multiniveles. Desde luego los Parques y ciudadelas deben repensarse permanentemente para que su oferta responda a las necesidades y expectativas de los ciudadanos, y sus parrillas de programación deben ser realimentadas y adaptadas a los planes de gobierno, pero lo que en todo caso debe protegerse, es la construcción ciudadana participativa que cree que la educación es y seguirá siendo un camino útil para dotar de sentido a una región que busca el desarrollo con equidad.