Columnistas

LOS PULCROS

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22 de enero de 2017

Tiene que ser uno muy caradura o muy cínico para venir a decir, como lo hizo Horacio Serpa, sacando pecho y todo, que el exsenador Otto Bula involucrado en el escándalo de Odebrecht no es del Partido Liberal porque ese es un Partido “pulcro”.

Tiene que creernos a todos unos tontos para que, sin que se le despeluque el bigote ni se le caiga un diente, se atreva a hacer esa afirmación. No le cree por supuesto nadie en este país y menos viniendo de un personaje que fue defensor fundamental del gobierno de Samper. Serpa representa a la clase política promedio colombiana. Él mismo no soporta una revisión de los avales que dio su colectividad por ejemplo en las pasadas elecciones regionales a candidatos cuestionados, algunos de los cuales eventualmente ganaron y están gobernando en estos momentos. Empecemos por revisar en Antioquia y se darán cuenta. Esperemos a ver si la fiscalía llega al fondo del asunto Odebrecht y Serpa sigue dando ese tipo de declaraciones.

Esto de la política como es ejercida por muchos de los personajes que la hacen en Colombia es algo seriamente vulgar y cínico. Bastaba con que Serpa dijera que Bula casualmente no era del Partido Liberal como se estaba afirmando y se quedara calladito. Pero no, aprovecha el supuesto papayazo de un micrófono abierto (que para él debe ser el paraíso) y se despacha con semejante exabrupto. Esto nos describe su forma de pensar y actuar: cínica y oscura.

Ahora bien, en los partidos políticos hay gente decente. Eso hay que decirlo porque es verdad y además necesario para no caer en la desesperanza. Hay personas que luchan porque este sea un país digno pero están en un enfrentamiento desigual dentro de sus mismas instituciones contra los que mueven los contratos, los votos, el billete y los puestos. Está el caso de Kiko Gómez, el exgobernador de La Guajira que fue condenado a 55 años de prisión. Recuerdo que Carlos Fernando Galán se opuso en su momento a ese aval dado por Cambio Radical y también al que le dieron posteriormente a Oneída Pinto que fue destituida. Galán perdió, los avales fueron entregados y todos sabemos ya en que terminó la vaina.

Y ahí está el senador Robledo echándole cantaleta, con razón, a Vargas Lleras para que dé la cara por los avales que entregó el partido del cual es dueño, pero se le olvida al pre-candidato presidencial del Polo las travesuras de Samuel Moreno y la falta de decisión para denunciarlas oportunamente en su momento por parte de su partido. Reconociendo eso sí en Robledo un tipo decente, a pesar de no estar de acuerdo con muchas de sus ideas.

Podemos seguir por todos los partidos políticos donde encontraremos casos diversos. Eso sí, algunos más proclives al chanchullo. Para mi los partidos son reflejo de lo que somos como sociedad, tal cual: lo bueno, lo malo y lo feo. Por eso hay que hacer un esfuerzo por apoyar lo bueno, solamente lo bueno, procurar que se junten y sacar este cuento adelante.