Columnistas

Los Trasquilados

02 de mayo de 2016

“La revolución no va ser entregada jamás. En caso de un escenario negado y transmutado, gobernaría con el pueblo”. Esas fueron las palabras que, muy al estilo de su antecesor Hugo Chávez, pronunció en octubre pasado Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, refiriéndose a un hipotético triunfo de la oposición en las parlamentarias.

De esa retórica revolucionaria está llena de ejemplos la historia. Es la misma que ha permitido a muchos perpetuarse en el poder, cometiendo los más atroces crímenes y reprimiendo la crítica al mejor estilo de los dictadores: cerrando medios de comunicación que no les favorecen y encarcelando a sus opositores.

Si profundizamos lo que está sucediendo en el vecino país, hay notables coincidencias con la China de Mao, o la Rusia de Stalin. En Venezuela, el ejercicio de Maduro se centra en ejercer su dictadura a nombre de la Revolución Bolivariana. Obviamente, no se hace con fusilamientos y purgas estalinistas, se hace con la fachada del voto como moscardón ante el mundo. Aseguran que fue el pueblo quien los eligió en las urnas.

Pero en Venezuela lo que hay es un gobierno de facto, que encarcela a quien se le opone, como en el régimen castrista. De esos encarcelamientos el más emblemático es el de Leopoldo López. Y, como si fuera poco, han cerrado hasta ahora 19 medios de comunicación, entre ellos Globo Visión, Noticias 24 y canal NTN.

Maduro se valió del sistema legislativo para dictar leyes habilitantes que le permitieran decidir por el parlamento y la justicia. Determinó la composición de los tribunales de justicia también para negar toda ley que venga del actual parlamento, con el pretexto de que gobernará con el pueblo. Por eso es contundente: “si ganan los pelucones no entregaremos nada, jamás”.

Pero en la “revolución bolivariana” no hay pueblo ni hay justicia, ni mucho menos democracia. Lo que hay es un pueblo trasquilado, porque no tiene que comer ni dónde acudir para reclamar sus derechos. El pretexto, ahora, es que por el racionamiento de energía las oficinas públicas solo trabajan dos días a la semana.

Hay una creciente inconformidad del pueblo venezolano, que masivamente acude a firmar el referéndum revocatorio. Son ciudadanos desesperados que por no dejarse morir de hambre están sentando su voz, pese a los escenarios de corrupción. No hay que olvidar que esos revolucionarios, los amigos y familiares de Chávez y Maduro, disfrutan de aviones privados, vehículos Hummer y relojes Cartier. Mientras tanto, se pudren millones de toneladas de alimentos en las bodegas, como el “escándalo de la vajilla”.

En Venezuela hay antecedentes de graves hechos de corrupción, como el del funcionario que capturaron con su maletín cargado de millones de dólares. Ahora los Panama Papers, también vinculan 241 documentos de familiares y allegados de Chávez y Maduro; hasta sus propios escoltas aparecen con grandes sumas de dinero depositadas en estos paraísos fiscales. Es decir, ya no se trata de unos pelucones, sino de un pueblo trasquilado por la revolución.