Columnistas

LOS VERDADEROS HÉROES

09 de julio de 2018

Según el Defensor del Pueblo durante los últimos treinta meses han sido asesinados en todo el país 311 dirigentes sociales; esa, dice él, es una “cifra aterradora” y bien hace al clamar porque, de una vez por todas, a estos hechos se les ponga fin de tal manera que no haya “un líder asesinado más”, pues “lo que requerimos es paz y tranquilidad”. Se trata, sin duda, de otra dolorosa tragedia que debería convocar a todas las organizaciones sociales y políticas, a los académicos y a las universidades, a los hombres de bien, a realizar protestas públicas como la que tuvo lugar el pasado viernes en diversas ciudades del país (incluso en el exterior) y que, de forma atinada, se denominó como “Velatón Nacional”.

Pero no basta con ello: debe exigírseles a los organismos encargados de la persecución penal que actúen con decisión; el Fiscal General y los altos dignatarios de la Corte Suprema de Justicia acompañados de los jueces, las autoridades encargadas del orden público y su séquito de funcionarios (como los ministros de Justicia y Defensa), tienen que pronunciarse y actuar con firmeza, no en algunos casos sino en relación con todos. Esas tareas se deben traducir en hechos concretos: completando investigaciones serias y coordinadas que permitan endilgar responsabilidades, para que muchos de esos atentados ejecutados por criminales desde la sombra, planificados y fríamente calculados (y todo indica que no son hechos aislados), no sigan en la impunidad.

También, las demás autoridades (Procuraduría General, Fuerzas Armadas, Policía, mandatarios políticos, etc.) están convocadas a proceder con prontitud; de igual manera, deben adoptarse medidas eficaces de protección para esas personas, máxime si muchos de esos recursos se dilapidan en burócratas que no lo necesitan y solo aman la prosopopeya cuando desfilan por la capital con sus convoyes como si se tratara de visitantes caídos de los cielos, mientras los instrumentos destinados a la defensa de quienes sí lo merecen son mínimos cuando no inexistentes.

Pero todavía hay que luchar contra la falta de cultura ciudadana y la apatía; en efecto, no es posible que mientras algunos ciudadanos protestan y se solidarizan muchos otros observen una insensibilidad social pasmosa, pues se miran con indiferencia y desdén estos gravísimos hechos que desconocen el derecho a la vida. Obsérvense, por ejemplo, la forma como el conglomerado se reunió de forma profusa el día jueves para algo banal: se organizó un recibimiento multitudinario para los integrantes de la selección colombiana de fútbol, que fueron eliminados de forma injusta en los octavos de final de la copa del mundo.

Y, como era de esperar, allí sí estuvieron ciertos medios de comunicación masiva cuyos periodistas, pagados por los mismos que invierten y/o controlan el espectáculo del balompié, convocaron a engrosar la muchedumbre que recibió a los competidores. Se llevan a cabo comportamientos que muestran una grave, absurda e inconcebible inversión de los valores que aseguran la convivencia porque, si se pensara con categorías civilizadas, los verdaderos titanes a los que se debería acoger y despedir hasta sus últimas moradas en medio de caravanas multitudinarias y de vítores, deberían ser los luchadores sociales; esos que, de forma silenciosa, caen sin que ya casi nadie se sorprenda.

Así las cosas, para poder construir una nación en paz, humana y digna, respetuosa de la divergencia, es perentorio sensibilizarse y rodear de forma masiva a los adalides populares en riesgo, porque ese sitial no lo pueden ocupar quienes (pletóricos de millones) se dedican más al modelaje que a jugar fútbol (una actividad que hace mucho rato dejó de ser deportiva para convertirse en un corrompido y pedestre negocio) y son parte de un entretenimiento construido para enriquecer a unos pocos y envilecer a las masas, como ha sucedido durante estas semanas cuando medio planeta ha sido esclavizado por los mercachifles globalizados. ¡Caminar por esos senderos solo anuncia la catástrofe y hunde a la sociedad en los abismos!.