MANEJO ECONÓMICO Y POLARIZACIÓN POLÍTICA
En la medida en que un país avanza en el proceso de desarrollo, la problemática adquiere mayor complejidad técnica. Por lo tanto, la discusión acerca de las políticas públicas se vuelve menos susceptible a planteamientos inspirados en posturas partidistas. La estructura tributaria, el régimen cambiario, la búsqueda del pleno empleo, la diversificación de la oferta exportadora y la estrategia de desarrollo requieren conceptualizarse en formas diferentes a lo que los camaradas denominan ‘la línea del partido’.
Después del deplorable episodio del juicio a Galileo por la jerarquía eclesiástica en el siglo XVII, dejó de haber una astronomía católica que determinara la inmovilidad de la tierra como cuestión de fe. La teología se ha reconciliado con la investigación científica. De la misma manera, en las democracias consolidadas, no existe en la actualidad una macroeconomía para los partidos demócrata-cristianos y otra distinta para los partidos social-demócratas, liberales o de centro.
El intento de supeditar decisiones técnicas a los imperativos partidistas es una demostración de subdesarrollo político y de atraso institucional. Así por ejemplo, el presidente de Turquía, Racep Tayyip Erdogan, ha acusado de traición al gobernador del banco central, Erdem Basci, por negarse a reducir la tasa de interés de intervención en condiciones de inflación al alza. Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, el ente estatal de estadística fue intervenido y puesto bajo el control de obsecuentes servidores partidistas, cuya misión era producir datos de inflación, crecimiento e incidencia de pobreza que agradaran a la Casa Rosada.
En Brasil, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, dirigente del PT, ha estado presionando al Banco Central para que reduzca la tasa de interés de intervención. En contra de las expectativas del mercado, el Comité de Política Monetaria mantuvo la tasa inalterada en su reciente reunión. Esa decisión ha sido atribuida a la presión por parte del partido de gobierno, en detrimento de la credibilidad del banco central. El intento de someter el manejo económico gubernamental a las conveniencias electorales del PT ha colocado al Brasil en el peor de los mundos: recesión prolongada, inflación de dos dígitos, desempleo creciente y deterioro social. El sesgo dirigista del partido de gobierno, el desmesurado crecimiento del gasto público y la adicción a conceder crédito subsidiado por parte de los bancos estatales obstaculizan los intentos por corregir las distorsiones económicas existentes. Las propuestas encaminadas a lograr un ajuste y reducir el déficit fiscal son denunciadas como reaccionarias y carentes de sensibilidad social. La forma belicosa de argumentación produce más calor que luz y tiende a complicar los problemas. Es una costumbre poco recomendable.
La discusión de las políticas públicas en Colombia ha logrado evitar los estragos que produce la parcialización partidista. Hay un saludable debate acerca de la política económica. Pero las eventuales discrepancias se articulan sin utilizar descalificativos ideológicos y sin apelar a diatribas ad-hominem. La tradición de debatir sobre temas económicos en forma mesurada, con civilidad, le ha servido bien al país.