MARIHUANA PUEDE SALVAR VIDAS
Por RICHARD A. FRIEDMAN
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Esta semana, el Fiscal General Jeff Sessions hizo una pausa en una discusión sobre la epidemia de opioides para, una vez más, perseguir la marihuana. Sugirió que los analgésicos adictivos no eran el único problema y que muchos adictos a la heroína comienzan “con marihuana y otras drogas”.
Sí hay una relación entre el cannabis y los opioides, pero Sessions lo tiene al revés. La marihuana no es una puerta a la adicción a los opioides; es una alternativa más segura a las drogas para el dolor. La promesa de Sessions de aplicar mano dura contra la marihuana sólo empeorará la epidemia de opioides.
Sabemos que el 40% de todas las muertes por sobredosis de opioides involucran un opioide prescrito. Así que tener acceso legal al cannabis como otra opción para el alivio del dolor puede realmente reducir el consumo de opioides.
Sé que puede sonar contraintuitivo, pero piense en la evidencia. Para empezar, un estudio grande analizó el efecto de las leyes de la marihuana médica en las muertes relacionadas con los opioides entre 1999 y 2010 en los 50 estados y reportó una reducción de 25 % en la mortalidad por sobredosis de opioides en estados donde la marihuana médica es legal, comparado con aquellos donde no lo es. El estudio encontró que en el 2o10, las leyes de marihuana médica resultaron en un promedio de 1.729 muertes menos de lo esperado.
Otros estudios epidemiológicos encontraron resultados similares. Un estudio publicado el año pasado examinó muertes relacionadas con los opioides en Colorado entre el 2000 y el 2015. Investigadores compararon tasas de mortalidad antes y después de que el estado legalizara el cannabis recreacional en el 2014.
¿Por qué el cannabis podría funcionar tan bien como una alternativa para los opioides? Sí ofrece leve alivio para el dolor. Pero más significativo es que tanto los opioides como el cannabis - como todas las drogas recreacionales - causan la liberación de dopamina en la vía de recompensa del cerebro. Esa señal transmite una poderosa sensación de placer y anhelo. Por lo tanto, el cannabis podría adelantarse a algunos de los efectos gratificantes de los opioides, disminuyendo el deseo general de usarlos.
También hay evidencia preliminar intrigante en cuanto a que el cannabidiol, un gran componente de la marihuana, puede mitigar las ansias en individuos con dependencia a los opioides después de un período de abstinencia.
Nada de esto pretende sugerir que la marihuana no tiene riesgos. No es el caso. El cannabis puede afectar la cognición, la atención y el rendimiento intelectual, aunque los efectos son reversibles. Y en algunas personas que corren el riesgo genéticamente, puede desencadenar estados psicóticos. Pero hay poca evidencia de que el consumo de marihuana aumenta la mortalidad.
En contraste, la sobredosis de opioides es la principal causa de muertes prevenibles en los Estados Unidos, asesinando a unos 91 americanos por día. El presidente Donald Trump con razón ha llamado a la crisis de opioides una “emergencia de salud pública” pero aún no ha anunciado una verdadera política ni asignado los recursos necesarios para aliviarla.
Como mínimo no gastemos recursos valiosos en una represión sin sentido del cannabis, especialmente cuando la evidencia sugiere que solo empeoraría el flagelo del opioide y costaría más vidas estadounidenses.