Columnistas

MATRIMONIO IGUALITARIO

17 de abril de 2016

Cuando nací hace más de cuarenta años, esta Colombia nuestra y particularmente la cultura paisa, era más represiva frente a los homosexuales. Aunque debo decir que me rodeó un ambiente íntimo mucho más liberal, la verdad es que eso permeó mis primeros años de vida. Una cultura machista y homofóbica que aún persiste pero que ha ido cambiando. Soy por lo tanto testigo de cómo muchas personas de mi edad y más viejos no pudieron salir del closet tranquilamente y vivir plenamente sus vidas. Pero también he tenido la oportunidad, como todos los que vivimos en esta nación, de ver cómo las cosas han venido cambiando hacia una aproximación totalmente diferente al tema por parte de la sociedad, o por lo menos de una buena porción de ella, y que ha logrado cambios importantes en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Chicos y chicas jóvenes ahora tienen la oportunidad de vivir su sexualidad de una forma más tranquila, aunque todavía con mucho acoso, y encuentran que la sociedad camina, no al paso que uno quisiera, a garantizarles sus derechos como es debido.

Como soy un convencido que el debate abierto, franco y razonado ayuda a construir una mejor sociedad, me preocupa la confusión que generan los opositores al matrimonio igualitario con sus argumentos. Algunos dicen que “desafían las leyes naturales que fundamentan la existencia y mantenimiento de la especie humana”. Poco más o menos que por cuenta de aprobar el matrimonio igualitario ponemos en peligro la supervivencia de la humanidad. Una clara exageración mirada desde el sentido práctico del argumento y que utiliza el miedo como arma para atrapar incautos. Agregan además que la familia “gira alrededor del matrimonio, no como expresión formal y protocolaria, sino como institución de valores, que son fuente insustituible de armonía social”. Es decir, el matrimonio igualitario atenta contra la familia, sus valores, y por lo tanto son una amenaza a la armonía social.

Al afirmar que atentan contra los valores, ¿De cuáles valores está hablando? Porque para mi, con el fallo, la Corte Constitucional está defendiendo, entre otras cosas, la diversidad, la tolerancia y el respeto por las libertades individuales, valores fundamentales en la construcción de una sociedad. En el fondo, y soterradamente esos argumentos están graduando de monstruos anormales a los homosexuales. Aunque muy hábilmente, a renglón seguido agregan que se deben respetar sus relaciones.

Dicen además que la decisión de la Corte es política e ideológica. Pero la argumentación en contra es precisamente eso. Conecta claramente con el país conservador que aún somos (en el sentido ideológico y no partidista), acudiendo a esas posibles mayorías con un claro sesgo.

Tengo muy buenos amigos y amigas homosexuales. Algunos, al pasar de los cuarenta, enfrentaron un mundo de represión social que afortunadamente ha ido cambiando para bien de Colombia. A otros más jóvenes les ha tocado vivir una experiencia diferente frente a su condición sexual, más tranquila y abierta. Y son ejemplo de ciudadanía y amor hacia sus familias. La Corte con su fallo dio un paso firme para que esta sociedad sea mejor.