MENOS TONTOS TECNIFICADOS
No es atinado Andrés Oppenheimer cuando maximiza la ciencia y la tecnología y subestima las disciplinas humanísticas y sociales. Se nota su esfuerzo por no dejar esa impresión, pero da unos argumentos que pueden devolvérsele como bumeranes al señalar que en los países latinoamericanos debería haber mayor preocupación por formar individuos como Steve Jobs, modelo de ingenio, capacidad inventiva y prosperidad, porque (lo dijo en El tiempo) “estamos creando demasiados sociólogos, poetas y periodistas y pocos científicos y técnicos”.
Respeto y aprecio los testimonios de ponderación que nos da Oppenheimer a sus lectores en las columnas de Miami Herald que divulgan El Colombiano y otros diarios y en sus informes por televisión. A mis alumnos de periodismo argumentativo les presento esos artículos como ejemplos de análisis, esa suerte de género intermedio entre la opinión y la información.
Les doy vueltas a las afirmaciones que ha hecho sobre los retos de Colombia en América Latina en materia de educación y estoy de acuerdo con que no debemos idealizar las humanidades y sociales, ni minusvalorar la ciencia y la tecnología. Más todavía, también creo que somos monotemáticos y nos enredamos en cuestiones que se vuelven exclusivas y excluyentes, como la paz, cuando es preciso diversificar la agenda de las discusiones públicas y las estrategias gubernamentales.
Sin embargo, en la raíz de nuestros problemas está la pérdida del sentido de lo humano, del criterio ético, de la sindéresis para discernir entre lo verdadero y lo falso y lo justo e injusto, de la capacidad de interpretación histórica, politológica, antropológica y periodística de nuestros fenómenos y del deber de explicar el porqué y el para qué del fomento a la investigación y la pertinencia del desarrollo tecnológico y científico. ¡Tontos tecnificados!
Sin esas bases del conocimiento y la comprensión del deber ser y las finalidades de la actividad científica no tendría sentido multiplicar grupos investigativos, acumular patentes de invención, mejorar en los ránquines internacionales o elevar la cantidad de doctores y posdoctores.
Los buscadores de sentido en las áreas humanas y sociales sí deben aceptar un desafío, el de salir del ensimismamiento, participar en los debates de actualidad e interés público, escribir y hablar en periódicos, revistas y noticieros y no limitarse a buscar una visibilidad sólo virtual en respetables revistas indexadas que sólo alcanzan al ámbito restringido de las llamadas comunidades científicas.
Un progreso equilibrado sólo es viable mediante la potenciación del diálogo entre las áreas diversas y complejas del saber. Sería un disparate negar la importancia de ciencia y tecnología, pero necesitamos personas que interpreten las tendencias de la sociedad. De lo contrario, no sólo no tendríamos a Steve Jobs como paradigma: El modelo sería Trump con sus exabruptos e impertinencias.