Columnistas

¿Mercados libres?

19 de septiembre de 2017

Uno de los pocos profesores autorizados para publicar artículos en la página web del Instituto von Mises de Austria, de nombre Alasdair Macleod, tituló su última nota: The Fiscal Benefits of Free Trade. Considero importante traducir y comentar algunos de sus párrafos, para hacer resaltar sus diferencias y similitudes con Colombia.

“Los gobiernos de Occidente enfrentan un problema alarmante, el cual radica en haber ellos sobrepasado sus límites para imponer impuestos en momentos que se está acelerando la necesidad de atender los gastos sociales, por culpa de las competencias comerciales y de los retos de la tecnología”.

“Todos los ministerios de hacienda de las naciones con subsidios generosos para gastos sociales están conscientes de este problema, para el cual no existe una solución clara. La recuperación económica, tan consistentemente anunciada tras la crisis de 2008, no se ha materializado y se ha intensificado el problema”.

“Importante implicación reviste en los Estados Unidos la afirmación de que los ingresos del gobierno sí se maximizan por medio del libre comercio, en momentos en que el presidente Trump se inclina hacia el proteccionismo... Sabemos por sentido común, que el libre comercio incrementa la actividad económica, maximiza los ingresos por impuestos y evita que se eleven los endeudamientos como estamos presenciando hoy... Mas no sobra advertir que ya se han terminado los días en que el libre comercio lo imponían por doquiera los estadounidenses o los europeos”.

“Alarmantes declaraciones existen para demostrar que la administración Trump está dispuesta a usar el libre comercio para alcanzar su hegemonía global. El 16 de agosto pasado, Steve Bannon, principal estratega de la Casa Blanca, le dijo en una entrevista a The American Prospect: Para mí, la guerra económica con China lo es todo. Y nosotros tenemos que enfocarnos en ella de manera maniática”. Hasta aquí el artículo de Mcleod.

Los textiles, las confecciones, los zapatos y demás artículos de fabricación sencilla son la fuente de empleo de millones de colombianos que habitan en las ciudades. Emplear de nuevo a los desplazados de estas industrias hacia otras actividades no será tarea sencilla, sobre todo, en personas mayores de 40 años.

Los colombianos también tenemos que enfocarnos de manera maniática en impedir las competencias desleales para importar bienes, por medio de la corrupción o incompetencia de nuestras autoridades aduaneras, del contrabando, la subfacturación y el contrabando técnico, con los dineros lavados del narcotráfico y de la minería ilegal.

Las comunicaciones, las industrias de alta tecnología y la automatización están dirigiendo la economía global. El paso de las labores sencillas aludidas a las de empleos más productivos, no es posible sino mediante la educación, entraña ella la única forma de adaptarnos a estas realidades de nuestra evolución violenta.

Curiosamente, las doctrinas comunistas y socialistas desconocen que la propiedad y las empresas privadas -grandes, medianas y pequeñas- son las únicas que pueden ofrecernos progreso en tal evolución.