Messi contra el pasado del Barça
Por Manuel Jabois
Uno de los mitos más consistentes del fútbol español es que el Barcelona despide mal a sus figuras. Como si históricamente le hubiese dado tiempo a despedirlas. El Barcelona, en realidad, tuvo a Maradona con 22 años y se le fue a los 24, y tuvo a Ronaldo con 20 y se le marchó a los 21. No perdió a dos jugadores, perdió dos épocas.
Messi, sin embargo, debutó en el primer equipo del Barcelona a los 17 años con la promesa de ser aquello en lo que se ha convertido y se ha despedido del club con 34. Probablemente no haya sido su adiós la gestión más eficaz, probablemente pudo haberse marchado dos años después y de otra manera, pero si su despedida llega a estar a la altura de la tradición histórica del Barça se hubiera ido con 22.
Messi es la primera figura mundial que hace del Barcelona un equipo de época. Nunca podrá estar a la altura como entrenador de lo que fue como jugador porque Messi nunca volverá a estar cerca de nada comparado con lo que ha sido como jugador. Messi ha sido en el Barcelona lo que nadie ha podido ser.
Leo Messi, desde hace un par de años, es un jugador nostálgico; uno de esos hombres que, en la treintena, saben que jamás volverán a ser mejores en algo de lo que ya fueron. Una de esas personas que, aún jóvenes, comprenden que de repente todo lo mejor es pasado.
Por eso marcharse es duro, despedirse de aquellos que te han querido es duro, no volver a jugar con tu camiseta de siempre es duro. Hay un tipo de aficionado muy peculiar que dice que el dinero no lo es todo en la vida y, al mismo tiempo, que Messi, con tantos millones, no tiene derecho a estar triste; es ese tipo de aficionado peculiar que cuando dice que el dinero no da la felicidad en realidad se refiere a lo contrario: que lo que no da es la tristeza.
Que el nivel de Messi, en fin, se haya sobrepuesto a la pérdida de velocidad es la última de sus obras maestras, un jugador que antes de morir como un dios prefiere jugar como el mejor de los humanos. Lo aprovechará el PSG y será un gran Messi, pero el mejor Messi ya pasó en el Barcelona, y de esas despedidas, las mejores, no se da cuenta nadie. Porque son demasiado dolorosas para reparar en ellas. Porque tampoco Messi, al límite, permitió que nadie reparase en ello