Moda: termómetro de la sociedad
Esta semana fui una de las 61 mil personas que tuvieron el privilegio de asistir a Colombiamoda. Confieso que me encanta como evento y todo lo que representa; durante los días que dura la feria la moda se convierte en tema protagonista, incluso en los círculos más diversos.
Aunque algunos ven la moda y el estilo como irrelevantes y lejanos a sus realidades, o piensan que lo que pasa en una pasarela es exclusivo para aquellos de figuras perfectas y bolsillos generosos, la realidad es que la moda es un poderoso termómetro que refleja lo que está pasando en la sociedad.
Se puede echar un vistazo década por década y hablar sobre cómo la moda lograba proyectar cada cambio sociocultural (a través de la historia), pero me quiero limitar a la relevancia que ha tenido para las mujeres en los últimos treinta años.
En los años ochenta, Margareth Thatcher, la primera mujer Primer Ministro de Inglaterra, fue el icono del fenómeno que se bautizó Power Dressing. La “Dama de hierro” portaba solamente sastres enteros de colores oscuros, con hombreras, y un collar de perlas como toque final. Para ser respetada en un mundo político dominado por hombres, se vestía lo más parecido a ellos. Su manera de vestir fue rápidamente adaptada por todo el mundo corporativo del momento.
El “uniforme femenino” consistía en un sastre completo de color oscuro y de silueta holgada, zapatos cerrados de tacón grueso y hombreras anchas para demostrar fuerza. Las mujeres tenían que suprimir su figura, así como cualquier alusión a su feminidad para “competir” con los hombres y tener credibilidad.
En los noventa, en Estados Unidos, Hillary Clinton llegó como otra figura emblemática del Power Dressing. Sin embargo, ella le puso su toque personal. Siguió usando los sastres enteros con cortes masculinos, pero con un cambio sustancial: el uso de color. No se limitó a los azules y a los negros sino que incorporó todos los colores del arco iris a su vestuario. Aunque parezca un cambio sutil, sin duda le allanó el camino a las futuras mujeres poderosas y a todas las que estamos en el mundo laboral.
La transformación más profunda la vivimos hoy. Michelle Obama, la actual primera dama de Estados Unidos, rompió el estereotipo de que las mujeres debemos vestirnos como hombres para demostrar nuestra inteligencia y poderío. Cambió los colores lúgubres por rosados, morados y naranjas. Se olvidó de los sastres enteros e introdujo muchos vestidos especialmente el tipo sheath, faldas y sacos de botón. Dejó atrás las siluetas masculinas y optó por las correas para resaltar su figura. Consciente de su estatus de icono de la moda y del mensaje tan poderoso que le enviaría a las mujeres, usó un vestido manga sisa en la primera foto oficial como primera dama.
Por eso me encantó ver en Colombiamoda esa tendencia ultrafemenina tan marcada en casi todas las pasarelas. Quedó comprobado que dejamos atrás la teoría de que el empoderamiento viene atado a parecernos a los hombres y más bien está ligado a resaltar el ser mujer .