Columnistas

Mujer, Nutrición y Clima

24 de julio de 2016

Mientras que en el país se hablaba de las estrategias para frenar las cifras de desnutrición aguda tanto en mujeres como en niños, gracias a la acción del Programa Mundial de Alimentos-PMA; simultáneamente, en Suiza, se lanzaban las cifras nada alentadoras del aumento de las amenazas sobre las comunidades más vulnerables en nuestros territorios.

La temperatura de la tierra durante los primeros seis meses de este año rompió nuevamente el termómetro, haciendo que el 2016 esté en camino de ser el año más caliente de la historia de la humanidad, y lo peor: los niveles de dióxido de carbono (emitidos por nosotros) que impulsan el calentamiento global, han alcanzado nuevas cifras máximas históricas.

Esta cifra dramática la acaba de anunciar la Organización Meteorológica Mundial - OMM en Ginebra, donde resalta que junio de 2016 es el mes 14 consecutivo de calor sin precedentes en el planeta. De ¿qué sirve el Acuerdo de París para detenerla?

Para Petteri Taalas, Secretario General de la OMM, el cambio climático no desaparecerá, sino lo contrario, nos enfrentaremos a más olas de calor y más lluvias extremas. Los efectos para Colombia están relacionados con el aumento de la evaporación rápida del agua, aumento de largas sequías y presencia de grandes tormentas, así como el desplazamiento y migración de comunidades indigenas, afrodescendientes, gitanos y campesinos que dependen directamente de las condiciones actuales de los suelos y de la disponibilidad del agua, como lo han vivido en La Guajira, Cesar o Nariño.

Pero una de las principales consecuencias invisibles del calentamiento global es la desnutrición, especialmente, en las comunidades más vulnerables como una amenaza para su supervivencia y su desarrollo, incrementada por la falta de una atención suficiente y su integración al resto de políticas nacionales, al alza en el precio de los alimentos básicos, la sequía extrema, la ausencia de un enfoque de equidad y sobre todo el aumento de la pobreza.

De acuerdo a las Naciones Unidas la desnutrición actúa como un círculo vicioso: las mujeres desnutridas tienen bebés con un peso inferior al adecuado, lo que aumenta las posibilidades de desnutrición en las siguientes generaciones. En los países en desarrollo, nacen cada año unos 19.000.000 de niños con bajo peso (menos de 2.500 gramos). La desnutrición, al afectar a la capacidad intelectual y cognitiva del niño, disminuye su rendimiento escolar y el aprendizaje de habilidades para la vida. Se debe detectar de forma oportuna a los menores de cinco años con desnutrición aguda para que se realicen las acciones tendientes a disminuir la morbilidad y el riesgo de morir por esta condición, independiente del estrato social en que se encuentre.

Fue por esto que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), el Centro Internacional de Pensamiento Social y Económico (CISOE) y el Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (OBSAN) de la Universidad Nacional sentaron esta semana a la mesa a todos los actores responsables de reducir estos riesgos, en un frente común, de análisis de brechas, fortalezas y oportunidades para lograr las metas ambiciosas de la seguridad alimentaria y nutricional, y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS para el 2030.

Recordemos que durante los 9 meses de gestación y los primeros 2 años de vida, un niño alcanza el 70 % de las conexiones neuronales en el ser humano. Por eso, garantizar una buena nutrición durante el embarazo y la primera infancia, disminuye la prevalencia de enfermedades durante la niñez, reduce la mortalidad temprana, baja los costos de atención en salud, aumenta el rendimiento escolar, y mejora los ingresos de las personas durante su vida adulta.

Invertir en la mujer, y en nutrición de la primera infancia es lo más rentable para combatir, entre otros, las amenazas de la sequia y degradación de tierras exacerbada por el calentamiento global. Por una Colombia sin hambre, pero con un nuevo territorio donde cada niño tenga la posibilidad de crecer con dignidad, es la conclusión.