Nabucco
En la ópera Nabucco, el compositor Giuseppe Verdi y el libretista Temistocle Solera nos cuentan la historia de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que con el afán de conquistar las tierras Asirias invade Judea y captura a los hebreos. Fenena, hija de Nabucco es secuestrada por Zacarías, principal sacerdote hebreo, pero ella se ha enamorado de Ismael, hijo del rey de Jerusalén. A su vez Abigaíl, medio hermana de Fenena, también está enamorada de Ismael. Abigail llega junto a sus soldados encubiertos y promete a Ismael liberar a su pueblo si corresponde su amor. Ismael se niega.
Nabucco entra en la ciudad decidido a destruirla. Los hebreos, presas del terror, huyen al templo mientras Zacarías amenaza con matar a Fenena. Ismael le quita las armas y la devuelve a su padre. Nabucco ordena la destrucción del templo.
De regreso en Babilonia Nabucco parte para la guerra y nombra a Fenena su regente. Abigail también ha regresado y descubre que en realidad no es hija del rey, sino de unos esclavos. Se da cuenta que en el futuro Fenena e Ismael serán los reyes de Babilonia y decide vengarse de Nabucco y su hija. Llegan noticias de que Fenena ha liberado a los prisioneros hebreos, por ello es acusada de traición. El Alto Sacerdote del Imperio, Baal, le ofrece entonces el trono a Abigaíl y hacen correr el rumor de que Nabucco ha muerto en batalla.
Mientras tanto Zacarías trata de convencer a los babilonios de renunciar a sus ídolos. Fenena se entera de que su padre ha muerto y su vida corre grave peligro, pero Baal, Abigaíl y los babilonios la capturan. Cuando Abigail está a punto de proclamarse reina llega Nabucco y se declara no solo rey de Babilonia, sino dios. Del cielo le cae un rayo, entonces Abigaíl recoge la corona y se la queda.
Los babilonios reciben a Abigaíl como su reina. El Alto Sacerdote le pide que mate a todos los hebreos, pero antes de que pueda dar la orden Nabucco regresa y trata de negociar con ella. Abigail engaña a Nabucco para que firme la pena de muerte de todos los hebreos, incluyendo Fenena. Nabucco entonces saca los documentos que prueban que Abigail no es su hija, pero ella los destruye. A Nabucco no le queda otro remedio que rogar en vano por la vida de Fenena.
Mientras tanto, a lo largo de las orillas del Éufrates, los hebreos realizan trabajos forzados, sin dejar de soñar en la patria que dejaron atrás y a la que sueñan con volver. Dándoles esperanza, Zacarías predice que van a lograr sobreponerse al yugo de Babilonia con la ayuda de Dios.
Abigaíl encierra a Nabucco en sus habitaciones y desde allí mira por la ventana a Fenena y los hebreos camino a su cumplir su sentencia. Desesperado ruega al Dios de Israel que lo perdone, promete convertirse, no solo él, sino todo su pueblo. Entonces revienta las puertas y sale junto a sus soldados para recuperar su trono y salvar a su hija. Los hebreos están a punto de ser ejecutados, Fenena pide por su alma cuando entra Nabucco y la salva. Abigaíl confiesa sus crímenes y al no aguantar el remordimiento se suicida. Nabucco libera a los hebreos, les permite regresar a su tierra y reconstruir su templo.
Esta historia, basada en la Biblia y otros textos literarios, se convirtió en un emblema de la lucha por la libertad y la unificación de Italia a finales del siglo XIX. El coro de los esclavos, el famoso Va Pensiero, estuvo a punto de proclamarse himno de Italia. Dicen que esta ópera de Verdi, en parte historia de amor, parte historia de lucha política fue clave en los eventos que marcaron ese país que apenas nacía y se liberaba del yugo que le imponían sus invasores. Verdi se hizo famoso gracias a Nabucco, pero no solo por talento musical, sino por la convicción de libertad que contagió a todo un país. Asombra que cosas similares aunque no idénticas puedan pasar hoy en día en distintas partes del mundo. Desde Venezuela hasta Zimbabue, la opresión de los pueblos sigue estando viva, y se hace urgente el arte que nos dé herramientas no solo intelectuales, sino emocionales para entender que no hay forma de vivir que valga la pena para el ser humano si no es en libertad.