Columnistas

NECESITAMOS CONGRESISTAS

19 de febrero de 2018

Por Esteban Jaramillo Ruiz
Universidad de Medellín
Facultad de Derecho, 9° semestre
estebanjararuiz@gmail.com

“Vagabundos”, “nido de ratas”, “inútiles”, son algunas de las expresiones más comunes y menos vulgares que se escuchan para referirse a nuestro poder legislativo y a quienes lo integran. Paradójicamente, siendo la institución más importante del país, es a la vez la más desprestigiada. Hay que decirlo con vehemencia: Colombia necesita a su Congreso, de la misma manera en que el cuerpo necesita su cerebro para funcionar. Funestamente una sucesión de ineptos y sinvergüenzas se ha encargado de deslegitimar a nuestro legislador, haciéndonos caminar a tropezones y condenando injustamente a los pocos buenos congresistas a pagar sus platos rotos. Lo más frustrante es que jóvenes llenos de ganas de cambiar el país deban avergonzarse por aspirar al Congreso, cuando debería ser un orgullo.

La precaria preparación de las mayorías parlamentarias ha dado lugar a que en cualquier campo encontremos una inflación legislativa contradictoria, confusa y efímera. Esta incompetencia ha producido un legislador más formado para figurar que para regular la vida e intereses de las personas, inconsciente de que de su actividad depende la prosperidad o la ruina de todo un pueblo.

Tenemos que elegir personas preparadas y dispuestas a afrontar su responsabilidad con seriedad y compromiso, pues serán quienes definirán nuestras pensiones, nuestra salud y tratarán de enmendar a una rama judicial agonizante. Es imperativo conformar un Congreso competente, con menos escándalos y más debates a la altura de los enormes retos que afrontará el país, un Congreso que acompañe al presidente en la transformación de la sociedad. Quienes venden su voto a los gamonales, no dimensionan que el mercado que les dan, no representa ni una milésima de lo que les quitarán después; no entienden que sus recursos, guardados en el erario, irán a parar a los bolsillos de los mediocres que hoy les entregan tejas con una sonrisa. Partícipes de la corrupción, los electores son igual de culpables por la falta de atención en las EPS, de la carencia de agua potable y de los sueños frustrados por ausencia de oportunidades. Vendiendo su voto, venden su futuro y condenan el de sus hijos.

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