Nicaragua, «cocainista»
Juan Pablo Escobar, hijo del narcoterrorista Pablo Escobar, y otros allegados del capo colombiano, reconocieron en su día que en 1984, año electoral en Nicaragua, el criminal más célebre de Colombia se escondió en el país bajo la protección de los sandinistas, especialmente de Ortega, quien en ese entonces era jefe de la Junta de Gobierno y candidato presidencial. El hijo del difunto capo explicó en un libro que su padre mandó a traer a Colombia a John Jairo Arias Tascón, alias «Pinina», el jefe de los sicarios de Escobar, y quien según los medios era probablemente el hombre que más asesinatos ordenó dentro del cartel de Medellín, después de Pablo. Escobar no estuvo solo en Nicaragua. Los más de dos meses que pasó en el país estuvo acompañado por su madre, Hermilda Gaviria, su hermana Alba Marina, su esposa Victoria Henao, su hijo Juan Pablo y su socio, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias «El Mexicano». Escobar y los suyos andaban huyendo de la justicia tras el asesinato del ministro de justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla, pero aguantaron poco, después de que la DEA filtrara unas fotografías de Pablo en Nicaragua junto a altos mandos nicaragüenses. Los sandinistas siempre negaron la información y alegaron que se trataba de «un plan para desestabilizar» al Gobierno, acosado por la contra del Comandante Cero, aunque menos de lo que Washington deseaba.
Gracias a su posición geográfica en el corredor centroamericano, Nicaragua es una de las principales rutas de tránsito para la cocaína que fluye desde América del Sur hasta Norteamérica. Según datos de la gringa International Narcotics and Law Enforcement Affairs, «más del 80 por ciento del flujo principal de la cocaína introducida a los Estados Unidos transita a través del corredor México-Centroamérica. Nicaragua, con una costa Atlántica salvaje y prácticamente deshabitada, especialmente en La Mosquitia, es ruta preferente de la droga desde los años 80 del pasado siglo. Tras más de 18 años en el poder, más que el dictador Anastasio Somoza, Daniel Ortega ha convertido el narcotráfico en una de las principales actividades económicas de Nicaragua.
La primera vez que Ortega asaltó el poder, en 1979, lo hizo con el respaldo cubano y soviético. Tras más de una década de Gobierno en la que él «y sus camaradas se apropiaron de millones de dólares, propiedades y casas privadas», según un reciente editorial de «The Wall Street Journal», resultó derrotado tras los comicios de 1990. Pero en 2006, con el respaldo material de la Venezuela de Hugo Chávez, Ortega volvió a vencer con el 38 % de los votos y regresó dispuesto a no volver a soltar el cargo. Para ello, creó una red de medios de comunicación afines al régimen y se dedicó a eliminar la disidencia y a acallar a los medios privados, siguiendo al pie de la letra la estrategia de Chávez. Aunque sus apoyos ideológicos han variado a lo largo de los dos periodos de gobierno del clan Ortega, ambos han tenido una constante en la sombra: el narcotráfico ha seguido campando a sus anchas por Nicaragua con la tutela del sandinismo.
El pasado 16 de abril comenzó una ola de manifestaciones multitudinarias para frenar una reforma de la Seguridad Social que aumentaba la contribución de trabajadores y empresarios, y por primera vez ponía a cotizar a los jubilados nicaragüenses. La brutal represión desatada por los Ortega ha dejado más de 40 muertos y ha terminado por forzar al presidente a tumbar su propia reforma. Puede ser que alguien crea que los estudiantes nicaragüenses lograron frenar al «dictador» de Managua aunque lo más probable es que hayan sido los carteles mexicanos y los productores colombianos quienes le hayan disuadido. Todo para mantener el lucrativo corredor nica.