Columnistas

No pregunte

29 de enero de 2019

No piense, no dude y menos pregunte. El que piensa es capaz de preguntar y eso incomoda. Quien tiene una pregunta, es porque en su cerebro ha hallado una inconsistencia en una situación, y por eso pregunta. Pero estamos cercados por un sistema que impide pensar y que ve como sospechosos a quienes dudan y se atreven a hacer preguntas. Son incómodos y los declaran peligrosos y hasta locos. No sirven dentro del engranaje. Incluso los castigan. “Si dudas estás muerto, ya que en la opinión pública mandan ahora los fulanos que están siempre en lo cierto”, dice el periodista y escritor español Manuel Vicent.

Por eso el que gobierna (en casi cualquier tipo de organización humana: empresarial, política, deportiva, religiosa) además de rodearse de un batallón de cortesanos que lo lisonjeen, también se rodea de un batallón de divulgadores que repitan lo que deben creer, y repetir al mismo tiempo, los súbditos.

Nos engulle un sistema que obliga a tragar entero, a dar por verdad lo que dice quien ostenta el poder y la autoridad. Sus palabras se dan por verdaderas y se repiten como eco en las plataformas masivas, para convencer a las mayorías y acallar las voces que se atrevan a dudar, a reflexionar, a pensar de otra manera o en otra posibilidad; ni riesgos de atreverse a hacer preguntas. Una mentira o una verdad a medias, repetidas cientos de veces, se convierten en una gran verdad.

Aunque estamos atiborrados de información, generalmente es información igual, repetitiva y unánime; y gritada, vociferada y hasta gruñida para rellenar cerebros e imposibilitar la pregunta. A más bulla, menos pensamiento ni reflexión. ¿Quién piensa en medio de la gritería? Es casi imposible. En medio del bullicio casi todos temen, algunos se esconden y lo peor: la mayoría se iguala con la horda para gritar igual que ella. En tiempos de chifladura pocos se atreven a buscar el silencio para reflexionar.

¿Permitir que la gente se haga preguntas y ponga en duda la acción de las autoridades? ¡Sería el caos! No, sería el fin de las tiranías, porque un pueblo educado en la solidaridad y no en la competencia no necesita ser gobernado, solo liderado. “El mejor gobierno es el que menos gobierna”, diría Thomas Jefferson (uno de los padres fundadores de los EE. UU., donde también se bombardea al que pregunta).